La pasión de las paciencias


Tantas veces me he preguntado cuál sería la voluntad de Dios para mí y otras tantas me he dicho si sería esta vulgar monotonía.Una siempre espera algo apoteósico, extraordinario, importante para el mundo. Y eso nunca llega ¡Cuánta vanidad, Dios mío!

¿Dios me pide pues esa aburrida normalidad? Y si es esto lo que me pide ¿puedo perder la vida quejándome porque no es interesante, a mi modo vanidoso de ver? ¿O debo vivir con alegría y gozo el poder hacer la voluntad de Dios, aunque ésta sea simple probablemente para hacerme humilde?

A mí esto no me ocurría antes; no me preguntaba estas cosas, y creo que muchos de los que me lean quizá no entiendan nada de estas “preocupaciones”. Pero cuanto más te enamoras de Cristo, cuanto más hablas con Él, cuanto más escuchas su Palabra, más necesidad tienes de estar con Él, de ayudarle en su tarea viviendo el Evangelio, de aliviarle sus penas, de unirte a Él en su pasión, de ser una con Él. Y por eso te surgen estas preguntas.

El libro que me estoy leyendo "La alegría de creer" de Madeleine Delbrêl me ha regalado dos conceptos que, en cierto modo, me ayudan a responder a estas preguntas que me hago con mis aires de grandeza: El éxtasis de tus deseos y la pasión de las paciencias. Copio aquí unos pedacitos de sus reflexiones.

 "Si tú deseases, Señor, pedirnos una única cosa en toda nuestra vida, nos dejarías asombrados, y el haber cumplido una sola vez tu voluntad sería el gran acontecimiento de nuestro destino. Pero como cada día, cada hora, cada minuto, pones en nuestras manos tal honor, lo encontramos tan natural que estamos hastiados."


 "Nada sería mediocre, pues todo sería deseado por ti. Nada sería demasiado agobiante, pues todo tendría su raíz en ti. Nada sería triste, pues todo sería querido por ti. Nada sería tedioso, pues todo sería amor por ti."


 "Esperamos la pasión; la esperamos, y no acaba de llegar. Lo que llega son las paciencias. Las paciencias, esos fragmentos de pasión, cuyo oficio es matarnos muy dulcemente por tu gloria, matarnos sin nuestra gloria (...) Y [las paciencias] las dejamos pasar con desprecio, esperando dar a nuestra vida una ocasión que merezca la pena."


Quiero vivir extasiada mi vida sencilla y pobre porque ése es el deseo que Él tiene para mí. La paciencia de superar con aprecio todos esos momentos intrascendentes, ésa será mi pasión.

Comentarios

  1. Mi querida Águeda: recuerdo en estos momentos el encuentro familiar de ese agosto del 2014 en Carballino. Un torbellino de ideas se agolpan en mi corazón, de donde salen las curas al dolor que acecha a cualquiera en cualquier contexto y condición (mi hermano Luis ya no está con nosotros). Nadie puede arrogarse el saber ni tampoco existe bula para juzgar a los demás. Alegre me siento de leerte y de poder contarte mis alegrías mundanas: un nuevo nieto (un hermanito para Emma) viene de camino, si Dios quiere, nacerá a finales de septiembre. Otra de nuestras alegrías de familia llega con la boda de Ángela, si Dios quiere el 16 de julio ¡ya queda poco! En medio de este gozo el dolor por Fernando, por no llegar a comprender su comportamiento, me deja un tanto descolocada al sentir de su boca la cercanía que percibe de Dios en sus actos. Me parece que Dios está entre nosotros sin tanto aspaviento, me explico: tocar marido, mujer, hijos, sobrinos, hemanos, padres, tios, parientes, amigos, desconocidos desde el amor misericordioso es llenar las alforjas de humildad y ternura para el camino al final de los días terrenales. ¡LA FAMILIA, LO PRIMERO! Lo demás vendrá por añadidura. Un abrazo y gracias por compartir tus reflexiones. Marigel

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    1. Me alegra mucho todo lo que me cuentas, un nuevo nieto, un nuevo matrimonio. Muchas felicidades. Yo creo, como tú, que Dios no pide casi nunca cosas con aspavientos. Y sobre todo no nos pide romper con todo. Esa es una tentación, claramente, suscitada por nuestros deseos y no por el amor verdadero, que es sacrificio. La familia, hayamos hecho las cosas bien o mal, es la que Dios nos ha confiado a partir de nuestras decisiones, para que en ella podamos llevar a plenitud el amor que Dios nos pide. Seguramente no será nada extraordinario ni excitante, simplemente será hacer la voluntad de Dios; felicidad, al fin y al cabo. Mis reflexiones son fruto de mi oración y son reflejo de lo que Dios me dice a mí. Si a otros dice cosas opuestas o contradictorias no lo sé, pero me extrañaría, francamente. Un beso muy fuerte y disfruta de todas las cosas sencillas que Dios te va regalando.

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