No salir corriendo

Estos días de Cuaresma he visto la película de la Pasión de Cristo para meditar y ponerme en situación de los misterios de la Redención. Pero curiosamente he puesto mucha atención en los personajes que están alrededor de Jesús, sin dejar de mirar a Jesús, centro de mi universo. Concretamente en María, la Madre de Jesús y en la Verónica.

De la primera me ha conmovido su fortaleza y entereza y ese no salir corriendo, ni escenificar su dolor infinito. Ese momento en que recoge la sangre de la brutal flagelación, con veneración ante el sacrilegio perpetrado por los deshumanizados soldados, me ha hecho deshacerme en lágrimas.

De la segunda me interpela que se conmueve por la injusticia que está sufriendo un reo, del que quizá no sabe mucho, o sí, pero poco importa, porque, sea como sea, se compadece, supera sus miedos y le lleva agua y le limpia la cara, aún a riesgo de recibir ella un castigo desmedido.

Meditando sobre estas dos mujeres me he preguntado si yo hubiera tenido la misma fortaleza, veneración, compasión y valentía de ellas. Tristemente mi respuesta ha sido no. Estoy segura de que cobardemente habría huido como los apóstoles; eso en el mejor de los casos, porque aunque no me veo insultando a Jesús, creo que sí podría haberme dejado convencer por los judíos, de que Jesús era un blasfemo y merecía el castigo. ¡Qué horror! Esto sí que me hace llorar.

Pero Dios, que me ama sin medida, no me ha permitido vivir esa experiencia, para que no le fallara tan estrepitosamente. Y me da la oportunidad de ser fuerte y fiel a posteriori, desde la distancia de la Pasión, para lo que permite en mí la ELA, que es como estar al pie de la Cruz, junto a María, pero con la perspectiva de 21 siglos de cristianismo.

Gracias Jesús por tanto amor derramado en tu Pasión y por contar conmigo para que te acompañe en la Cruz cuando de ningún modo voy a salir corriendo. La ELA vivida así es realmente un regalo y un privilegio, aunque nadie lo entienda. Y gracias María y Verónica por ser para mí modelos a los que imitar en mi vida de enferma, que solo desea ser fiel a Cristo.

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