La razón es el amor

Me pregunto cuál es la razón por la que no podemos tener certezas respecto a Dios, por qué no podemos saber seguro si existe o no, por qué no podemos verle en lugar de estar todo escondido. Parece que Dios se empeña en jugar al escondite y sólo unos privilegiados tienen la fortuna de sentirle, oírle, disfrutar sus prodigios.
Le doy vueltas a estas cosas porque me inquieta no ser capaz de hacer "ver" a Dios a los que no lo "ven" o no lo quieren "ver", siendo este "ver" un algo indefinido más relacionado con el corazón que con el cerebro. Y es que nadie le puede ver, tampoco los que creemos que existe, y como tal, es el centro, el principio, el fin, el todo en nuestras vidas. Algo que no vemos es lo más importante de nuestras vidas ¿No es una locura?

Creo que la razón es el amor. Esta es mi propuesta: Dios nos ama de manera insólita y Dios ansía que le amemos. Si Dios se dejase ver, todo el mundo creería en él. En realidad no le quedaría más remedio que creer, o mejor dicho, la palabra no es creer, lo temeríamos. Dios no es un igual, es todopoderoso ¿Cómo podríamos amar, y por tanto no temer, a Dios teniéndolo frente a frente de primeras? No lo creo posible. Pero Dios ansía que le amemos...

Entonces Dios se nos muestra poco a poco, de formas muy sutiles, empieza con unos elegidos, los va formando, preparando, para acercarse a Él, y en la plenitud de los tiempos se encarna, para que amarle nos resulte más asequible pues tiene nuestra forma, nuestros sentimientos, y toda su grandeza está contenida en un cuerpo que a duras penas resiste tanta inmensidad. Y esto está en la historia para ilustrar nuestros cerebros; sólo falta un poquito de corazón para poder amar a Dios.

Por esto Dios se esconde en la Eucaristía, en los Sagrarios, en los sacerdotes, en el prójimo y en toda la creación, porque así podemos decidir amarlo y Él sabe que nuestro amor es verdadero. Pero no por estar escondido deja de ser el todopoderoso Dios. No lo vemos pero es el centro, el principio, el fin, el todo de nuestras vidas. Cuando ya le amamos, empezamos a verlo y cuanto más le amamos, más lo vemos.

Me viene a la memoria un pasaje de Marcos que me costaba entender, pero ahora creo que me hago una idea mejor de lo que Jesús tenía en mente cuando decía estas palabras:
Mc 4,12: <<para que "por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados">>
Dios quiere amor, nada más.

Comentarios

  1. Pues, yo la verdad, lo que me cuestiono es si en verdad quién se manifiestan ateo no creen en Dios o mas bien les estorba su existencia. Dios se da y se manifiesta a todos. En nuestra infancia, en la sencillez y pureza de la niñez... ¿recuerdas? ¡lo sentíamos tan cerquita! creo que somos nosotros los que vamos cerrando los ojos, los que nos vamos apartando, pero Dios sigue ahí, amando, cuidándonos, extrechándonos entre sus brazos de mil maneras y deseando le volvamos a mirar y a llamarle "Padre" (si no volvéis a ser como niños...) Gracias por recordármelo, un besote. :))

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    1. Sin duda hay muchas personas que efectivamente se cierran y le niegan porque no les interesa verle, pero también conozco gente que le gustaría creer, pero su razón no les deja dar el paso ¡Pobres! Lo que sí es cierto es que Dios se manifiesta de forma más clara cuanto más puro se tiene el corazón. A los niños les cuesta menos verlo. Mi experiencia es que gracias a la confesión frecuente el corazón, poco a poco, va transformándose y simplificándose y cada vez ves con más claridad. Gracias de corazón por escribirme, Isabel. Besos y que Dios te bendiga.

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  2. Ciertamente, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
    Lo tenemos cerca, muy cerca, en nuestro corazón, pero nuestra ceguera hace que nos negemos a creer que esté tan próximo.
    Lo tuvimos cerca, muy cerca, encarnado en Jesús, pero nuestra ceguera nos impide creer en Él, y entonces le matamos, y le seguimos matando cada día cuando le negamos por nuestra falta de fe en Él.
    Lo tenemos cerca, muy cerca, en la Eucaristía, todos los días, pero nuestra ceguera hace que pequeñas obligaciones y miserias humanas desvíen nuestra atención sobre su presencia.
    Sólo basta con abrir nuestro corazón, tener fe en Él y amar.

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    1. Fernando, mil gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo y me encantan los tres puntos que destacas de las manifestaciones de Dios. Pero me gusta especialmente la tercera porque a mí particularmente me atrae la Eucaristía como un imán. Últimamente me preguntan muchos, ojipláticos: pero...¿tú vas a Misa todos los días ? -y yo contesto: siempre que puedo.
      No doy más explicaciones, pero aquí quiero decir que voy a la Misa a estar junto a Jesús, que pudiéndose quedar en el Cielo, viene en cada Misa a estar conmigo y con quien quiera acercarse a Él. Es lo mejor que hago en el día, y lo haré mientras me lo permita el cuerpo, aunque tenga que madrugar o coger el autobús. Un beso y que Dios te bendiga

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