Reflexiones del alma:

En estos últimos días he estado preparando, junto con mi marido, una catequesis que tenemos que exponer en un grupo de matrimonios con el que nos reunimos una vez al mes.

Desde hace varios días, la Iglesia me propone rezar con la parábola del sembrador. Leo muchas reflexiones y comentarios que me hacen pensar acerca de mi corazón, sobre cómo recibo la Palabra, si como tierra buena o como terreno pedregoso o entre abrojos.

Últimamente hemos conocido algunos casos de enfermos de ELA que dejan de luchar y ponen fin a sus vidas. Y casi todos dicen que es respetable su decisión aunque ellos apuestan por luchar y vivir.

Hay días fascinantes en los que te sientes como en una nube porque todo ocurre como fluyendo, como sin esfuerzo y además sabes que todo está bien, que es lo que tenía que ocurrir.

Quiero escribir sobre mi ELA, que cumple 7 años el sábado 8 de abril, y quiero hacerlo en positivo. No quiero reprochar, sino agradecer. Creo que el reproche es fácil; todo el mundo lo hace. Y creo que hay razones de sobra para hacerlo. Pero también creo que reprocharle cosas a la ELA es infructuoso y en cierto modo eleva a la enfermedad a una categoría personal que no merece. La ELA es una enfermedad, como las demás, y como tal hace daño al cuerpo, no hay más. Yo, sin embargo, tengo algunas cosas que agradecerle a la ELA. De hecho lo más importante que hay en mi vida se lo debo a la enfermedad, y eso merece un blog. Voy a ir de menos a más, que si no se pierde el interés; dejo lo más importante para el final. Agradezco a mi ELA el haber comprendido la de cosas superfluas que me distraían de lo importante de la vida. Por ejemplo me distraía la limpieza de mi casa o el tener ropa nueva a menudo. También me distraía tener el pelo largo y estar delgada. Todo esto ha dejado de ser i

Últimamente mi vida está girando en torno a mujeres que han optado por la vida religiosa. Y todas ellas, cada una con su carisma, me están mostrando a Cristo y me hacen darme cuenta, tomar conciencia, de lo hermoso de sus vidas consagradas.

Hoy, después de un largo descanso, me animo a compartir con vosotros mi reflexión que siento que es como una revelación.