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Mostrando entradas de marzo, 2012

Un cuento chino

En vista de la cantidad de comentarios que ha suscitado mi entrada anterior "No hay mal que por bien no venga", he decidido colgar hoy una historia que conocí gracias a mi amiga Carmen. Hoy le dedico la entrada a ella: gracias por enseñarme esta historia, gracias por regalármela. Esta historia china la contaba Anthony de Mello y está recogida en el libro Ligero de equipaje, Tony de Mello, un profeta para nuestro tiempo" de  Carlos G. Vallés S.J. La historia habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: - ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: - ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Qui

No hay mal que por bien no venga

Este refrán empieza a resultarme enormemente útil en mi vida. Me lo digo constantemente. ¡Es más! Me lo dicen los de alrededor también. Ciertamente a nuestro alrededor, cada vez ocurren más cosas "malas". Las enfermedades de nuestros familiares, de los familiares de nuestros amigos, las muertes de otros familiares y de otros familiares de nuestros amigos, nuestras propias enfermedades, los hijos adolescentes que se meten en problemas, que se transforman en vagos, los amigos que se separan, los amigos que se quedan en el paro, todo ello va siendo tremendamente frecuente en nuestras vidas. Pero en realidad no es más que la vida misma. No son "cosas malas", sino lo que se espera que pase en la vida. Y he aquí el problema. Nadie esperamos lo que se ha de esperar . Por eso todas estas cosas están clasificadas como "malas". Mi postura ante estas "cosas malas" es tratar de concentrarme, con voluntad pro-activa, en todas las "cosas buenas"

Esta Suciedad

Ando pensando estos días que nuestra sociedad está muy sucia, tanto por arriba como por abajo. Lo mismo me da, por todas partes veo esa suciedad. Desde el que tienes al lado hasta el más lejano. Pocos se salvan, porque en parte yo misma estoy manchada de alguna suciedad. Me refiero al materialismo rampante, que nos transforma y nos aleja de lo que deberíamos ser. Por un lado los de arriba, hacen leyes para solucionar la crisis, y seguramente algo se consiga, pero no están dispuestos, bajo ningún concepto, a reducir sus sueldos astronómicos, a menguar sus privilegios de por vida. Viven tan lejos de la realidad, que me pasma. Y luego están los de abajo que tampoco se salvan, muchos protestan y molestan al prójimo porque les han quitado algo y se sienten mal, pero eso no da dinero para comer, ni levanta un país, ellos quieren que todo siga igual de bien, quieren vivir ajenos a la realidad, como los de arriba, aunque nunca hayan aportado ni un duro a la caja común. No hacen nada, mie