Mi oración testimonio


Hoy he dado un breve testimonio en una parroquia y lo he hecho frente a Jesús sacramentado por lo que he necesitado convertirlo en oración. 

Algunos han querido que les permitiera tener la oración para poder rezar con ella. Así que he decidido que, aunque es la intimidad de mi corazón con Jesús, la comparto en mi blog.

 “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad” ¿te acuerdas Jesús cuando te dije esto desde el fondo de mi corazón? Fue porque me hiciste saber que habías muerto por mí; eso ya lo sabía de antes, pero no de la manera que lo supe a partir de entonces; me interpelaste de tal modo que me cambió la vida.

Después de un tiempo permitiste en mi vida una enfermedad durísima, la esclerosis lateral amiotrófica, la ELA, que poco a poco iba a ir quitándome la movilidad de todos los músculos de mi cuerpo, hasta los músculos respiratorios, que me iba a dejar sin la posibilidad de hablar y de tragar y que en pocos años me iba a quitar la vida. ¡Qué mazazo tan grande! Te pedí tiempo para hacer las cosas mejor de lo que lo había hecho y vaya si me lo diste. ¡Porque aquí sigo! 11 años después, aunque ahora me cuesta respirar, pero puedo hablar, eso sí, con la ayuda de una máquina. 

Desde el principio de la enfermedad he ido conociéndote cada vez más, cada vez más a fondo… cada vez he pasado más tiempo contigo y tú siempre has estado ahí, siempre esperando mi compañía y dándome un montón de regalos: la alegría en la dificultad, la fortaleza, el amor y la unidad con Alejandro, unos hijos buenos que no añaden problemas a la cruz de cada día; te doy las gracias por todos ellos, porque todo es obra tuya y me lo has dado por tu infinita bondad; 

Todo este proceso lo he podido hacer gracias a la ayuda y al amparo de la Santísima Virgen, que me tomó de la mano y con mucha paciencia me fue arrastrando hacia ti. Por eso la quiero tanto y siempre estaré en deuda con ella. No sabemos el tesoro que nos regalaste en la cruz al darnos a tu madre como madre nuestra. Su inmaculado corazón sólo tiene un empeño: llevarnos y encerrarnos a todos sus hijos en tu sagrado corazón, no tiene otro interés. 

A veces pienso en lo mucho que me voy pareciendo a ti crucificado: yo tampoco puedo mover los brazos y los pies, me cuesta cada día más respirar como te debía de costar a ti. Igual que tú, si tengo sed tengo que pedirlo, y aunque no vaya desnuda por ahí, sí tengo que dejar que me desvistan y que me aseen. 

Pero el dolor que tú sufriste no lo sufro yo. Y tú pasaste por todo esto voluntariamente, como dices en el evangelio de Juan, que por cierto, se leyó en la misa del domingo del buen pastor: “Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.” 

Yo me lo he encontrado y tú lo hacías para salvarme a mí de mí pecado ¿y yo? ¿Cómo respondo a tanto amor? 

Me hacen mucha gracia estas “diosidades” que tanto te gustan, porque después de pensar en preguntarte esto el viernes pasado, cuando preparaba mi testimonio, en el salmo de la misa del sábado se repitió: “¿cómo pagaré al señor todo el bien que me ha hecho?” Y claro, supe que iba por buen camino en mi preparación del testimonio. Más aún después de escuchar el evangelio del domingo. 

Pues eso, Señor ¿cómo respondo a tanto amor? He descubierto últimamente, por gracia tuya, que aunque yo me haya encontrado con la ELA, también puedo elegir vivirla contigo, voluntariamente como tú, y colaborar en tu plan redentor a través de ella. Así respondo a tanto amor. Así colaboro contigo en tu obra redentora. Y sé también que muriendo contigo resucitaré contigo. 

Creo de verdad que es un privilegio el puesto que me has dado, junto a María al pie de la Cruz. Y es que sé que estando aquí, uniendo mi sacrificio al tuyo, me aseguras que estaré contigo por toda la eternidad, porque igual que tú has resucitado, yo resucitaré contigo. 

Así vivo la cruz de esta enfermedad, con la esperanza de la resurrección; te veo aquí en el pan y sé que estás vivo, no estoy hablando con un muerto, estoy hablando con Dios Todopoderoso que ha resucitado y que habiendo resucitado, se ha ido al cielo pero no a descansar, sino que ha querido quedarse en la Eucaristía para estar conmigo. 

Sé que estás vivo porque todo lo que haces en mi vida es real, no es un autoengaño que esté feliz en medio del sufrimiento, no es sugestión que cada día quiera más a mi esposo siendo al mismo tiempo mi cuidador 24 horas al día, todos los días, tampoco que mis hijos me definan como una mujer paciente cuando tú sabes bien que uno de mis rasgos principales es la impaciencia. Esto no es una ilusión, es tu obra en mí. La obra de un Dios vivo al que le importo y me consuela y me llena de regalos. 

El viernes en la oración colecta de la misa se dijo: “Dios todopoderoso, concédenos, a los que hemos conocido ya la gracia de la resurrección del Señor, resucitar a la vida nueva por el amor del Espíritu.” 

Supongo que se refiere a resucitar al final de los tiempos, pero yo pensé enseguida en una vida nueva ya aquí, ahora, porque a mí me lo has concedido ya. En cierto sentido ya vivo resucitada, aunque mi cuerpo esté enfermo. Y por eso creo que mi ofrenda de esta cruz es nada en comparación con la vida nueva que ya disfruto aquí y ahora y en tu presencia real. 

Pero Jesús, mi entrega en la cruz contigo no puede ser solo para que yo resucite un día. Tiene que servir para que otros se encuentren contigo y resuciten también contigo. Tú dijiste: “En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.” 

Pues eso te pido, que yo sea ese grano de trigo y que muriendo junto a ti en la cruz dé mucho fruto. 

Qué bien se está aquí Jesús contigo, cuánta intimidad siento entre tú y yo. Estoy en la antesala del cielo. Amen

Comentarios

  1. Agueda, soy brasileño y una vez hice un comentário a usted sobre la mia situación con mi madre, que tenia la misma enfermedad. Ella murió en mayo, y ahora estoy en fase de readaptación. Espero que estés bien con tu família.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido amigo, siento con toda el alma el fallecimiento de tu madre y rezo para que enseguida esté en los brazos del padre; sé que es un momento difícil para ti, pero ahora ella desde el cielo te sostiene y te guía. Es sorprendente lo que una madre hace por sus hijos desde el cielo; lo sé por experiencia porque mi madre falleció justo antes de que yo empezara con esta enfermedad y estoy convencida de que ella se ha encargado mucho de guiarme en este proceso.
      Yo sigo estando bastante bien dentro de lo que cabe, aunque ya tengo que llevar el respirador conectado casi todo el tiempo. Sobre todo si voy a hablar seguido. Pero soy muy afortunada porque tengo el inmenso amor de mi familia y el de Dios que me sostienen con mucha fuerza ¡que Dios te bendiga y te dé su paz!

      Eliminar

Publicar un comentario

Cualquier cosa que me puedas aportar me gustará y la sabré aprovechar. Adelante!
Debido a varios ataques de spam a mi blog he tenido que activar la verificación de palabras para poder incluir un comentario. Siento las molestias.

Entradas populares de este blog

Ha llegado el momento

Hacerme nada

Apóstol del sufrimiento