Esto de la comunicación se está convirtiendo en un despropósito de dimensiones astronómicas. El otro día, fuimos Alejandro y yo a hacer una gestión a la biblioteca y, al terminar, me dijo la chica que nos atendió que me llegarían dos correos; y así fue. Los tenía al instante. Entonces quise decirle que ya los había recibido. Lo intenté hablando, pero entre que parezco un borracho a punto de caer en el sueño más profundo, el ruido del respirador y la mascarilla hermética rodeando mi boca, no había manera de hacerme entender y Alejandro se empezó a poner cada vez más nervioso: "pero ¿Te pasa algo? ¿Te duele la cabeza, un pie, el culo, el pelo, una mano? ¿Estás incómoda? No te entiendo, dime sólo una palabra" y así estuvimos un buen rato, hasta que dije, agotada: "nada". Eso lo entendió a la primera y emprendimos el regreso al coche. En cuanto la luz se puso de mi parte y pude tomar el control de mi móvil, usé la aplicación que utilizo para hablar, escri
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