El manutergio

Quiero contar esta historia porque es preciosa y porque quiero dejar constancia de mi agradecimiento eterno a los protagonistas.
Hay una experiencia que no es fácil tener en la vida. Asistir a la ordenación sacerdotal de un conocido no es muy frecuente y si además eres la madre del susodicho es casi imposible. Ninguno de mis dos hijos varones ha recibido a día de hoy la invitación a consagrar su vida entera Dios. Así que yo no he merecido tal honor.

Pero recientemente sí he podido asistir a la ordenación sacerdotal de nuestro querido y más que amigo Manuel Baeza. Fraile mercedario descalzo que como hace siete años -ya ni recuerdo la fecha, se me hace una eternidad, como si le conociera de toda la vida- llegó a nuestra parroquia como un soplo de aire fresco, a transformarlo todo, para mejorarlo y resucitarlo. 
Fue una bendición, un regalo que nos ganó a todos con su gracia andaluza de Marchena.

No sé si el primer día que le conocí o si era diez días después, poco importa, le vi una chispita en la mirada que me enterneció. Le vi como un niño pequeño necesitado de su mamá y sin pensar, ni preguntar a nadie, le dije: "yo te adopto, mi casa es tu casa, hijo". A Alejandro y a mis hijos no les pareció mal -están demasiado acostumbrados a mis arrebatos espontáneos que brotan del corazón-. Desde entonces mis hijos y él se tratan de hermanos y a Alejandro y a mí nos llama padre y madre.

Lo cierto es que el cariño ha ido creciendo con el trato, el tiempo y la oración mutua, pero ni una sola vez he ejercido esa maternidad adoptiva, no porque no haya querido, sino porque Manuel no ha reclamado nunca su derecho. 

El día de su ordenación allí estuvimos toda la familia postiza y a Alejandro y a mí nos colocó junto a su madre auténtica y su hermana. Me pareció el detalle de alguien delicado y con gusto exquisito que todo lo piensa y no deja nada a la improvisación. Desde luego era algo inmerecido, no esperado, y que me inundó el corazón de emoción, más de lo que ya lo tenía por haber podido asistir.

En la ceremonia el nuevo sacerdote es ungido con óleo en sus manos y después se acerca a su madre para que le limpie las manos con un delicado paño llamado manutergio, que la madre guarda de recuerdo y como prueba de haber dado un hijo al servicio de Dios. Es costumbre que al morir la madre sea enterrada con el paño entre sus manos.
Yo asistí en primera fila a ese momento y pude contagiarme de la emoción que se palpaba.

Al finalizar la ceremonia todos los asistentes se acercan a besar las manos del nuevo presbítero. Yo esperé pacientemente hasta el final porque soy muy aparatosa y había muchísimas personas y no quería ser un estorbo. Manuel se acercó a mí al final, Alejandro me quitó el respirador y con la cara despejada pude besar sus santas manos. Qué emoción tan enorme, pero aún estaba controlada -la ELA produce también una respuesta exacerbada de las emociones, y si algo me hace gracia río hasta ahogarme y si algo me emociona, lloro de tal manera que hasta Alejandro teme por mi vida-. Entonces ocurrió lo que ni en un millón de años me habría podido imaginar. Manuel y su madre, que ya era la legítima dueña, me entregaron un tercio del manutergio. Pero no cortó con unas tijeras más o menos un tercio. No, había preparado el manutergio con un encaje interior que en realidad eran dos encajes unidos con un hilo. Al tirar del hilo se desprendió el tercio que él y su madre me regalaron. Bueno, en fin, creo que monté un número que fue demasiado visible al estar yo sin el respirador puesto; menos mal que la ELA y la silla me dan licencia para casi cualquier cosa. 

En cierto modo me siento una impostora y no me veo entrando en el Cielo con mi tercio de manutergio como si fuera acreedora de algo. Soy la madre menos madre. Si Manuel es hoy un gran sacerdote no es por algo que haya hecho yo, desde luego. De mí sólo ha obtenido una pobre oración. 

Pero precisamente por eso, por ser totalmente inmerecido, es más valioso. Al igual que ocurre con la Redención llevada a cabo por Jesús que es del todo inmerecida y sólo podemos acogerla con humildad y dar gracias. Así, el manutergio, lo abrazo con humildad y doy gracias a Manuel, a su madre y a Dios.

Comentarios

  1. Mil gracias por compartirlo, ¡gloria a Dios!

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  2. ¡Qué momento tan bonito y bendecido!

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  3. Que belleza.Gracias por c😘🙏🥰compartirlo

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  4. Cuanta belleza en esas palabras. Mil gracias por compartir.😘😘💚🙏

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  5. Tus palabras además de emocionarme me instruyen acerca de este detalle tan bonito con la madre de un sacerdote. No lo conocía. Felicita a Manuel de mi parte. Gracias por tu generosidad y buena hechura en lo que compartes. 🥰

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  6. ¡Qué gesto tan bonito! ❤️

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  7. Águeda, hoy he estado con el padre Manuel y he tenido la suerte de que haya compartido conmigo tú blog. Precioso gesto, que dice mucho de él. Tenemos mucha suerte de tenerle como sacerdote de nuestra parroquia, y sí, estoy de acuerdo contigo, es como un soplo de aire fresco, que te llena el alma.

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  8. Ea Águeda!! como me gusta verte además me parto😂 , ver tu convicción y valentía en ti, vivir momentos, que te compensan te llenan de emoción, a pesar del show que montas.
    " Bueno, en fin, creo que monté un número que fue demasiado visible al estar yo sin el respirador puesto; menos mal que la ELA y la silla me dan licencia para casi cualquier cosa."😂 toma! aprovecha Águeda no te cortes …
    Yo el otro día, quise leer en Eucaristía.( Sabiduría 7,7-14 me encanta, sabiduría-inteligencia mas que la artificial, esta es perenne en los tiempos) "
    Yo monto creo, menos show que tu...creo?, pero tres personas tuvieron que ayudarme a subir 3 escaleras, luego solo me faltaba otra y desde abajo, vinieron a decirme que me daban micro que no subiera mas al atril, mas rápido y otro escalón mas ...,
    _ !que NO, gracias¡ voy a subir, dije.
    El ritmo de vida social que llevamos es frenético constato que la gente se pone nerviosa, al ver nuestro paso lentisiiiiimo.
    Cada ser viviente tiene su paso, su ritmo personal, unos van en patinete eléctrico, otros con bastón, silla de ruedas tb, otros acelerado en calculo y lentos en leer textos largos, que no sean titulares o wasap.
    Pero tenemos que ser dueños de nuestra vida, nuestro ritmo y como describes muy bien, Águeda vale mas, vivir bien, con sentido y emoción momentos, situaciones que nos llenan a nuestro ritmo personal, que no vivirlo y así a pesar de todo, de "las prisas de los demás", para ahorrarnos sufrimiento? o para ahorrarse verlo ellos?

    Otra cosa es obstaculizar permanentemente, egoístamente sin pensar en los demás:
    "Yo esperé pacientemente hasta el final porque soy muy aparatosa y había muchísimas personas y no quería ser un estorbo."
    Así es, por lógica.
    Dale Simón! tu tampoco te cortes. Buen finde a vivirlo de verdad, con el Dios de la Vida

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    Respuestas
    1. Anaaaaa,!!!! Te echaba de menos. Gracias por tu apoyo y por tus anécdotas, siempre tan divertidas. Un beso y a disfrutar con el Dios de la Vida

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  9. Gracias mamá por compartirlo y expresarlo tan bien. Y gracias a mí hermano P. Manuel por amarnos tanto y entregar algo tan preciado y valioso a nuestra madre. Te queremos muchísimo! Gracias a Dios por tu vida y ministerio.

    Miguel

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