El duelo de cada pérdida

Últimamente estoy viviendo, de forma muy consciente, las dificultades que empiezo a tener con la mano izquierda. Ya escribí un post hace unos meses para recordar el momento en que empezó el declive de mi siniestra. Sin embargo, es ahora cuando voy sintiendo que ya no puedo hacer algunas de las cosas que hacía, y quizá lo noto más porque ya no puedo suplir su falta con mayor uso de la diestra.


No puedo evitar hacer mis cálculos, recordar los momentos en que tuve los mismos dolores en la mano hermana y concluir, de forma esperanzadora, que aún me quedarán unos tres años hasta perder la funcionalidad de ambas manos.

Inmediatamente la sombra de las dudas se cierne sobre mí, y pienso que empezarán a solaparse las zonas, y a la vez que la diestra muera y la siniestra envejezca, los pies empezarán su declive. Y lo que es aún peor, el cuello, el habla, la deglución, también iniciarán su andadura.

Y a renglón seguido, comienzo un nuevo ascenso del ánimo, y me digo que la derecha, aún siendo bastante inservible, no lo es del todo aún, puesto que debe de haber tantos músculos en el brazo, que la guerra está siendo larga, y aunque no use los dedos con soltura, el antebrazo y el brazo siguen acompañando mis órdenes y aún hago cosas con esa mano.

Y bien, ¿Por qué os cuento todo esto? Porque es curioso cómo funciona mi mente; mientras en cuestión de minutos paso de la euforia a la desesperación y de nuevo a la esperanza, voy pasando el duelo de la pérdida y me acomodo a la nueva carencia y aprendo a vivir con ello como algo natural.

A mí no me ocurre como a quien le amputan un miembro y de golpe pierde todas sus facultades, y además sin previo aviso y por tanto sin planificación de ningún tipo. Su duelo ha de ser necesariamente largo y desesperado. El mío es intermitente y breve.....por ahora, claro.

No obstante, esto que he escrito aquí no me lleva a ninguna reflexión interesante, salvo que ahí voy, poco a poco. Y, como siempre, intentando #LevantarELAnimo. Gracias por tomarte la molestia de querer saber lo que me está ocurriendo.