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Mostrando las entradas etiquetadas como sufrimiento

Con Jesús en el Calvario

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Hoy hace un año que me hicieron la traqueostomía y nos hemos adaptado muy bien, mucho mejor de lo que había imaginado. La mayor dificultad ha sido -y es- la comunicación, ya que ni mis lloros son audibles. Recién llegados del hospital pasé las semanas más horribles de mi enfermedad. No quería ni irme a dormir por miedo a que me ocurriera lo que me venía pasando casi a diario. Tenía el móvil encendido frente a mi cara toda la noche y, cuando me pasaba algo, podía con una aplicación ( look to speak ) decirle a Alejandro, que duerme a mi lado, que necesitaba ayuda. El problema era que no me oía. Y así podía estar hasta cinco horas -la peor noche- con una pierna dormida, sin poder hacer el más mínimo movimiento que me aliviase; creyendo que tendrían que amputarme la pierna a la mañana siguiente. Gracias a Dios hemos ido mejorando mis posturas nocturnas y el sistema de comunicación, hasta la actual cámara de infrarrojos que avisa con un leve movimiento de mis ojos.  ¿Cómo es pos...

Amor que transforma

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Sólo lo que amo me cambiará de manera hermosa    Esta frase tan pequeña, extraída del libro "Castidad: la reconciliación de los sentidos" de Erik Vardem, encierra una sabiduría inmensa que no sé si todo el mundo llega a comprender.  Esta sabiduría es la de Jesús que conserva las heridas de la Pasión tras la Resurrección. Las conserva porque las ama, no porque sea masoquista, sino porque ama la obra que esas llagas han realizado, la salvación del hombre. A mi me ocurre algo similar con mi ELA, amo lo que Dios es capaz de hacer con ella. Sé que la enfermedad no es deseable, me hace sufrir mucho, lo peor para mí es la humillación que siento cuando mi saliva brota cual fuente, o cuando el aire que se acumula en mi estómago -me gustaría saber por qué lo hace- emerge por mi garganta con nulo control por mi parte. Estas humillaciones son para mí vergonzosas, y desearía no tener que pasar por esto, pero sigo amando lo que Dios es capaz de hacer con ellas; aunque me c...

Dos Rosarios

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Durante los días de ingreso en el hospital he rezado poco y mal porque mi cabeza estaba bastante aletargada y lo máximo a lo que llegaba era a decir: Señor, te ofrezco todo este sufrimiento. Aparte de las jaculatorias ha habido dos Rosarios especiales. El primero fue ofrecido por mi vecino de cama en la unidad de vigilancia respiratoria que estaba moribundo y nadie rezó por él; muy al contrario, sus familiares aprovecharon el momento para pelearse, insultarse y sacar todos los trapos sucios. Una pena. El otro fue el del sábado anterior al alta. Misterios gozosos. Se juntaban en ese momento unos deseos enormes de escapar del hospital y conocer por fin a mi nietecita Teresa y muchos temores ante las dificultades que ya preveía iban a complicarnos una vida ya de por sí difícil. Me ocurrió que, meditando cada misterio, veía no tanto la parte gozosa sino la cruz que se esconde detrás y además veía mi vía dolorosa particular como un proceso completamente gozoso afín a cada mister...