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Mostrando las entradas etiquetadas como Reino

Como un niño

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Es impresionante cómo un enfermo de ELA, en un estado avanzado de la enfermedad, se vuelve igual que un bebé. En cada aspecto de la vida se comporta como un niño, para moverse necesita que otro le mueva, para hacerse entender tiene que utilizar métodos alternativos al habla, muchas veces el llanto. Para alimentarse alguien debe darle la comida a la boca; comida que no puede preparar por sí mismo. Más tarde tampoco podrá recibir la comida a la boca, sino que alguien deberá enchufársela directamente al estómago, casi casi como quien enchufa un biberón a su bebé. Todo lo que tiene que ver con el aseo debe hacerlo otro por él. Por supuesto en el vestir también está sujeto a otros. En todo se comporta como un bebé. Bueno, en todo no: su cabeza rige como el adulto que es, con plenas facultades mentales. Estos pensamientos me asaltan con frecuencia y se quedan ahí. Pero últimamente me han hecho sentirme afortunada de ser como un bebé, al haberse leído en Misa dos veces casi se...

Hacerse amigos

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Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos No sé qué me ha traído a la memoria una anécdota de hará unos diez años: estaba en un curso de Biblia y tratábamos de hacer lectio divina con el pasaje en el que Jesús llama a Simón (Pedro) a seguirlo, diciendo que le haría pescador de hombres (cf. Lc 5,1-11); por más que lo intentaba no lograba entender cómo pudo atraer a Pedro eso de pescar hombres, tantos sacrificios y sinsabores para alguien que sabía de redes y peces, pero que -imagino yo- de hombres bien poquito. Yo me miraba a mí misma tomando el lugar del rudo pescador y no veía encargo menos atrayente que éste; me parecía una losa muy pesada. Estaba yo en un momento de conversión en el que me fascinaba Jesús, quería que fuera el centro de mi vida, que me transformara, pero que fuese una relación de dos, Él y yo. Quiero pensar que Pedro también buscaba su amistad y quizá también tenía un deseo inconfesable de estar cerca de quien le parecía que sería alguien...

Gritar en el desierto

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(Artículo originalmente publicado en Jóvenes Católicos ) Cuando durante el Adviento se hablaba de Juan como la voz que grita en el desierto, yo no pensaba en otra cosa que anunciar al mundo de las redes sociales que el Reino de Dios no es que esté cerca, es que ya ha llegado. Llegó hace más de dos mil años y llegó para quedarse.  Cada uno tiene su manera propia de gritar en el desierto; hay a quien le gusta ser directo y a quien le gusta anunciar con la vida, mostrando con la alegría y la actitud de vida que ya es del Reino y que sonríe a la vida precisamente porque el Reino está en sí. Yo creo que soy más bien de estas últimas, pero no lo digo con orgullo, porque me gustaría ser también de las otras y me cuesta mucho por culpa de los dichosos respetos humanos y porque me siento poco formada e insegura por tanto. A veces doy el paso, pero suele ser porque me lo ponen fácil, la verdad sea dicha. Tengo una amiga que creo que es de las otras y por ello la admiro mucho. Tie...