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Mostrando las entradas etiquetadas como Rosario

Mi morada

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En otra ocasión hablé ya de esa oración que rezo a diario y que fue tomada de la consagración al Inmaculado Corazón de María con las meditaciones de Medjugorje. En esa oración rezo al final:  "Ayúdame, oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día" Siempre tengo la impresión de que no soy fiel a este propósito, aunque mi anterior artículo esté también dedicado a Ella. Pues Dios ha querido que mi oración de la Misa de la festividad del Pilar haya estado mayormente dedicada a su madre. Y lo voy a contar, no porque crea que es original -seguro que no lo es, porque todas las lecturas de la liturgia están elegidas por Ella-, sino porque va de Ella, y quiero rendirle un modesto homenaje. No voy a hablar del Evangelio de ese día; no estaría a la altura de los millares de sacerdotes que hablaron sobre él en cada Misa. Mi oración se centró en el salmo, el 27(26), y concretamente en los versículos 4b-5. gozar de la dulzura del Señor,  contemplando su templo. Él m...

Dos Rosarios

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Durante los días de ingreso en el hospital he rezado poco y mal porque mi cabeza estaba bastante aletargada y lo máximo a lo que llegaba era a decir: Señor, te ofrezco todo este sufrimiento. Aparte de las jaculatorias ha habido dos Rosarios especiales. El primero fue ofrecido por mi vecino de cama en la unidad de vigilancia respiratoria que estaba moribundo y nadie rezó por él; muy al contrario, sus familiares aprovecharon el momento para pelearse, insultarse y sacar todos los trapos sucios. Una pena. El otro fue el del sábado anterior al alta. Misterios gozosos. Se juntaban en ese momento unos deseos enormes de escapar del hospital y conocer por fin a mi nietecita Teresa y muchos temores ante las dificultades que ya preveía iban a complicarnos una vida ya de por sí difícil. Me ocurrió que, meditando cada misterio, veía no tanto la parte gozosa sino la cruz que se esconde detrás y además veía mi vía dolorosa particular como un proceso completamente gozoso afín a cada mister...