Oveja rescatada

Muchas veces me he preguntado por qué el Señor me regala tantos dones y gracias. Me lo pregunto porque me suelo ver siempre con toda la colección de pecados que llevo a la espalda y de algún modo pienso que los regalos de Dios son condicionados por los regalos que nosotros le hacemos a Él. No me veo con los ojos de Dios, que se alegra más por la oveja extraviada que por las noventa y nueve que no se habían extraviado (cf. Mt 18,13); y que sus regalos, la misericordia primero, y después todo lo que nos quiera dar , son completamente gratuitos. Está mal, lo sé, y trato de corregirme una y otra vez. Me veo así, pero con la confianza en su infinita misericordia intacta -gracias a Dios-. También tengo intacta la convicción de que Dios me regalará algún día la gracia de verme a mí misma con los ojos de Dios. Junto a este sentimiento de culpa que arrastro, también me vengo arriba con la alegría del Buen Pastor. Alegría que desborda la lógica humana. Esa alegría desbord...