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Mostrando las entradas etiquetadas como María

El pecado de Adán, mi pecado

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En una reciente noche de insomnio recordé un libro que leí hace tiempo y recomiendo mucho: El comienzo de todas las cosas, de Romano Guardini. Me sorprendió descubrir que Adán no sólo intentó responsabilizar a Eva de su pecado -cosa que también hizo Eva con la serpiente-, sino que intentó responsabilizar a Dios mismo: "la mujer que [Tú] me diste como compañera me ofreció del fruto y comí". Nunca antes había caído en esa sutileza; o sea que el responsable último es Dios, que le dio una mala mujer. Yo también tuve mi época de culpar al mundo de mis pecados; todo a mi alrededor -personas, circunstancias- me había llevado a ser quien era, con nula o poca responsabilidad mía. Esa etapa pasó y acepté mi responsabilidad.  Pero también tuve una fase posterior en la que hice lo mismo que Adán. Sólo que peor, porque yo conozco la historia; pero es que el demonio es muy astuto para ocultar sus tretas y su presencia y todo lo que voy a contaros me pasó inadvertido hasta esa ...

Mi morada

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En otra ocasión hablé ya de esa oración que rezo a diario y que fue tomada de la consagración al Inmaculado Corazón de María con las meditaciones de Medjugorje. En esa oración rezo al final:  "Ayúdame, oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día" Siempre tengo la impresión de que no soy fiel a este propósito, aunque mi anterior artículo esté también dedicado a Ella. Pues Dios ha querido que mi oración de la Misa de la festividad del Pilar haya estado mayormente dedicada a su madre. Y lo voy a contar, no porque crea que es original -seguro que no lo es, porque todas las lecturas de la liturgia están elegidas por Ella-, sino porque va de Ella, y quiero rendirle un modesto homenaje. No voy a hablar del Evangelio de ese día; no estaría a la altura de los millares de sacerdotes que hablaron sobre él en cada Misa. Mi oración se centró en el salmo, el 27(26), y concretamente en los versículos 4b-5. gozar de la dulzura del Señor,  contemplando su templo. Él m...

María, tierna madre

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Desde que me diagnosticaron la ELA he ido creciendo en amor y devoción a María; y Ella siempre me ha correspondido con gracias abundantes como mediadora que es entre Jesús y yo. La mayor gracia que he recibido es la cercanía con Jesús, que me hace vivir con mucha paz y alegría, pero todavía puede ser mayor. María es de verdad una madre tierna que sabe mejor que nadie lo que te conviene y necesitas para ser profundamente feliz. Y no espera a que se lo pidas; se adelanta, porque sabe mejor que tú lo que deberías pedir a Dios. Mi agradecimiento a María es eterno; y cuando me invitaron a recibir la imposición de la Medalla Milagrosa, supe que quien me invitaba era María. Me la impusieron en una ceremonia preciosa en la Basílica de La Milagrosa en Madrid. Me emocioné muchísimo -la ELA tiene estas lindezas, que te deshaces en lágrimas a la mínima-. Sentí de verdad que la Virgen me abrazaba con ternura y me invitaba a abandonarme en sus brazos. Tanto es así que por la noche, en mi...

Asombro

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  Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos El Magníficat (Lc 1,46-55) es un canto de alabanza a Dios que nace del asombro ante la grandeza y a la vez cercanía de Dios.  "Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí", esta parte es una maravilla de humildad. Aunque pueda parecer arrogante si se mira superficialmente; pero no puede serlo porque María no tiene mancha. Es reflejo de su humildad perfecta. La mayoría de nosotros ante el deseo de ser humildes, pero estando aún muy llenos de soberbia, en la misma circunstancia que María nos lo callariamos, no vayan a pensar que somos soberbios; o lo anunciaríamos pero dando toda clase de explicaciones para que se vea que "somos humildes". María, sin embargo, con toda la humildad y sencillez del mundo, proclama una verdad profética sin adornos: que será felicitada por todas las generaciones; como de hecho la Iglesia se ha encargado de cumplir. El...