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Mostrando las entradas etiquetadas como Amor

Ver de verdad

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Estaba pensando escribir sobre cómo se ha transformado mi cara; cómo me veo de mal, con la boca abierta la mayor parte del tiempo; a mí me recuerda a doña Rogelia, la de Mari Carmen y sus muñecos; diréis que soy una exagerada, es cierto, exagero, tan fea no soy; pero para alguien tan presumido como yo es muy duro el deterioro. Sin embargo esto es sólo como yo me veo, no como me ven los demás. Así que voy a escribir sobre cómo me ven los demás. Algunos me verán igual de fea que yo; pues tampoco voy a escribir sobre ésos porque se quedan en la superficie y para eso ya me analizo yo.  Los otros, los que cuando me ven me dicen qué guapa estoy y no lo dicen por cumplir -eso se nota-, miran el interior. Lo sé porque yo misma miro de esa forma cuando miro a mis compañeros de ELA. No miran los rasgos físicos; atraviesan esa capa de fealdad y se fijan en la alegría y las ganas de vivir a pesar del sufrimiento. Supongo que también ven algo de la luz del Espíritu que ilumina mi vi...

María, tierna madre

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Desde que me diagnosticaron la ELA he ido creciendo en amor y devoción a María; y Ella siempre me ha correspondido con gracias abundantes como mediadora que es entre Jesús y yo. La mayor gracia que he recibido es la cercanía con Jesús, que me hace vivir con mucha paz y alegría, pero todavía puede ser mayor. María es de verdad una madre tierna que sabe mejor que nadie lo que te conviene y necesitas para ser profundamente feliz. Y no espera a que se lo pidas; se adelanta, porque sabe mejor que tú lo que deberías pedir a Dios. Mi agradecimiento a María es eterno; y cuando me invitaron a recibir la imposición de la Medalla Milagrosa, supe que quien me invitaba era María. Me la impusieron en una ceremonia preciosa en la Basílica de La Milagrosa en Madrid. Me emocioné muchísimo -la ELA tiene estas lindezas, que te deshaces en lágrimas a la mínima-. Sentí de verdad que la Virgen me abrazaba con ternura y me invitaba a abandonarme en sus brazos. Tanto es así que por la noche, en mi...

Amor que transforma

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Sólo lo que amo me cambiará de manera hermosa    Esta frase tan pequeña, extraída del libro "Castidad: la reconciliación de los sentidos" de Erik Vardem, encierra una sabiduría inmensa que no sé si todo el mundo llega a comprender.  Esta sabiduría es la de Jesús que conserva las heridas de la Pasión tras la Resurrección. Las conserva porque las ama, no porque sea masoquista, sino porque ama la obra que esas llagas han realizado, la salvación del hombre. A mi me ocurre algo similar con mi ELA, amo lo que Dios es capaz de hacer con ella. Sé que la enfermedad no es deseable, me hace sufrir mucho, lo peor para mí es la humillación que siento cuando mi saliva brota cual fuente, o cuando el aire que se acumula en mi estómago -me gustaría saber por qué lo hace- emerge por mi garganta con nulo control por mi parte. Estas humillaciones son para mí vergonzosas, y desearía no tener que pasar por esto, pero sigo amando lo que Dios es capaz de hacer con ellas; aunque me c...

Sigo hablando

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Hay un salmo que es muy importante para mí, porque fue muy significativo en el momento de mi diagnóstico de la ELA, cuando había hecho una promesa de amor a Dios y me había entregado a la tarea de conocer a fondo todo de Él. Se presentó ante mí al abrir la Biblia para rezar. Estando escribiendo este artículo, también se me ha presentado delante pues fue leído en la Misa en memoria de san Ireneo de Lyon -casualidades de la vida-. Los versículos que me atraparon fueron estos: Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha; que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. (Sal 137(136), 5-6) Ese "que se me paralice la mano derecha" fue como un dardo en el corazón. A mí se me había paralizado la mano derecha y -tenía que reconocerlo- me había olvidado de Jerusalén, o sea, me había olvidado de que yo pertenecía al Reino. No es que fuera un castigo merecido por ser la hija pródiga, es ...

Abrir el corazón

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Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos -¿Que qué significa abrir el corazón? Pues eso, abrir el corazón. Es la respuesta que me sale cuando me hacen esta pregunta. Es muy poco elaborada, lo sé, pero es que soy muy bruta. El otro día, una amiga me pidió que le aclarara qué quería decir con eso de que tenía que "abrir el corazón". Me puso en un aprieto porque es de esas cosas que sabes por intuición y que nunca he sentido la necesidad de racionalizarlo, así que decidí ir respondiendo por fascículos, a medida que rezando me iban brotando ideas inspiradas. Y éste es el resultado. Nuestra relación con Dios puede ser fría y distante, de criatura a creador, de respeto, pero en la distancia. También puede ser de amor, pero de amor concupiscente, que busca someter a Dios a nuestros antojos y que espera que Dios sea como nosotros queremos.  Y la relación que Dios desea de nosotros: una relación de amor redimido, en la que buscamos someternos a Dios en todo y...

En el ayuno se prueba el amor

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Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos   La Cuaresma que va a empezar en breve me invita a ayunar como práctica de purificación para prepararme a acoger en el corazón a Cristo que muere y resucita para rescatarme del pecado y de la muerte, o sea, de la vida sin Él. Acogerlo es querer vivir como Él vivió, es decir, imitando su modo de vida, que es tomar partido por los pobres y humillados. No es cosa sólo de Dios Hijo; en el Antiguo Testamento Dios Padre también prefiere a éstos:   "Porque esto dice el Alto y Excelso, | que vive para siempre y cuyo nombre es «Santo»: | Habito en un lugar alto y sagrado, | pero estoy con los de ánimo humilde y quebrantado, | para reanimar a los humildes, | para reanimar el corazón quebrantado" (Is 57,15). El cuerpo, de forma natural, a mi no me pide tomar partido por los pobres -¡uf! de pronto me he sentido como los porquerizos gesarenos que preferían sus cerdos a ver al endemoniado libe...