El sufrimiento


Hace algún tiempo una amiga me preguntó por qué tenía que suceder una desgracia para sentir lo que yo sentía con respecto a Dios. Es difícil explicar a qué se refería con “lo que yo sentía” porque ni yo misma soy capaz de describir mis sentimientos, pero creo tener una ligera idea sobre lo que ella ve en mí y en otras personas cercanas que también sufren lo suyo.

Es muy comprensible sentir desasosiego ante la evidencia de que es la desgracia la que trae consigo, en algunas personas, una vivencia que es muy deseable para ella y para cualquiera que desee sentirse cercano a Jesús. Porque sentirse cercano a Jesús proporciona mucha paz y felicidad.

Imagen del sufrimientoRealmente no es deseable el sufrimiento para nadie, pero entonces ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene? Es muy difícil verle el sentido, sobre todo si se quiere dar una explicación satisfactoria para cualquiera. Yo puedo contar algunas cosas de las que he leído, las experiencias que voy adquiriendo, los ejemplos de multitud de personas que han experimentado las mismas cosas. Pero no conseguiré calmar las inquietudes de casi nadie. Esto es de las cosas que hay que vivir para comprender. Aún así voy a intentar dar algunas pistas.

Para responder al sinsentido, me viene a la cabeza una cita de Jacques Philippe en “La paz interior” que cito de memoria: “ninguna persona habría elegido el martirio en una cruz como medio para la redención de los pecados del mundo” Es cierto, pero es que Dios es infinitamente más sabio que nosotros. Tanto, que no somos capaces de comprenderlo. Pero lo que sí podemos entender es lo que me dijo otro amigo, aunque matizándolo. Él me dijo que si Jesús hubiera muerto de viejecito, no nos habríamos enterado. Y es cierto, no nos habríamos enterado, pero tampoco nos habría salvado.Y esto es lo importante: sin la Cruz, no hay salvación.

¿Esto significa que sólo me puedo salvar si padezco un gran sufrimiento, como el de Jesús en la Cruz? Por supuesto que no. Creo que como Jesús sufrió en su Calvario y en la Cruz, no ha sufrido nunca nadie. Sin embargo su nivel de sufrimiento, convierte los nuestros en más llevaderos, siempre que se lleven junto a Él. Y ahí creo que está la clave. Vivir nuestras cruces, pequeñas o grandes, junto a la Cruz de Cristo.

Pero hay algo más. Con las cruces pequeñas esto es fácil, pero se corre el riesgo de relajarse en la relación con Dios, hasta el punto de creer que no es tan necesario en nuestras vidas. Esto puede ocurrir, pero afortunadamente no ocurre siempre. Hay muchas personas con cruces pequeñas que no se alejan nunca de Dios. Sus cruces también son salvación.

Y es cierto que las grandes cruces, con mayor frecuencia, atraen hacia la Cruz, haciéndolo todo mucho más llevadero. Y esto lo explico con unas citas de la carta de Juan Pablo II “Salvifici doloris” que a mí me han dado una visión de mi enfermedad totalmente nueva y llena de esperanza:

“El que sufre en unión con Cristo no sólo saca de Cristo aquélla fuerza…sino que completa con su sufrimiento lo que falta a los padecimientos de Cristo… ¿Esto quiere decir que la redención realizada por Cristo no es completa? No. Esto significa que la redención permanece abierta a todo amor que se expresa en el sufrimiento humano.”
“…Cristo…ante todo dice: “Sígueme”, “Ven”, toma parte con tu sufrimiento en esta obra de salvación del mundo, que se realiza a través de mi sufrimiento…Entonces el hombre encuentra la paz interior e incluso la alegría espiritual.”


Comentarios

  1. Querida Agueda gracias por compartir con nosotros esa vision tan profunda sobre el sufrimiento

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    1. Hola Jesús, gracias por leerme, por seguir ahí, luchando. Sé que tú comprendes a la perfección mis reflexiones y te agradezco enormemente el esfuerzo que sé que haces para poder escribir unas líneas. Espero que sigas bien y animado. Un beso!

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  2. Querida Agueda.

    Hace mucho que no me llegan avisos a mi email indicando que hay una nueva entrada en tu blog, no importa, con mucha frecuencia lo leo y disfruto con tus reflexiones tan profundas y tus observaciones siempre llenas de optimismo.
    Casi nunca se que contestarte, siempre pienso que lo que yo pueda decirte no te aportara nada a la realidad que estas viviendo pero hoy, al comienzo de la SemanaSanta he querido que sepas que te tengo muy presente en muchos momentos y que tus reflexiones en este blog me hacen mucha compañía.

    Un besado. Marta Martos

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    1. Querida Marta, lo de los Correos lo tengo que arreglar. (me he relajado y no los he mandado) Aunque no me escribas, siento, intuyo, que estás ahí, siguiéndome con interés. Y eso es suficiente. Cualquier cosa que me escribas, tu punto de vista, tus discrepancias, lo que sea, me ayudan mucho. De verdad me ayuda saber qué pensáis de lo que os cuento, como me ayuda también poner por escrito lo que rumio cada día en mis reflexiones, porque no tengo claro que lo que escribo sea exactamente lo que siento. Es un poco lío, pero es que mi cabeza es una máquina de darle vueltas a las cosas, así que siempre que quieras y te apetezca me das tu punto de vista y debatimos, para ir despejando el camino de la Verdad. Un gran beso!

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  3. Hola Águeda, me ha encantado tu reflexión, y me he hecho pensar, ............. quizás tu amiga más que desasosiego, sienta incomprensión y hasta un poco de envidia ante tu capacidad de cargar con tu cruz "derrochando" alegría y paz por todas partes , sin un atisbo de enfado o rabia por el tamaño de tu cruz. !Es como si tu cruz pesara cada vez menos!!
    Y muy probablemente ella cargando con su cruz (seguro más ligera), se distraiga haciendo inmensas todo tipo de nimiedades que se encuentra en su camino, y que sólo se traducen en agobios y angustias, haciendo que su cruz !pese cada vez más!. Y sólo sea consciente de lo liviano del peso de su cruz, al encontrarse con personas tan fuertes como Tú.
    A mí, una amiga una vez me dijo que "no hay un por qué Dios nos manda una desgracia, sino un para qué", y sólo descubriendo ese "para qué" seremos capaces de llevar, cada uno de nosotros nuestra propia cruz......

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    1. Querida Laura, tengo que rendirme ante la claridad de tu reflexión. Describes a mi amiga como si fueses ella, y me das luz sobre lo que sentís vosotros ante mi circunstancia. Esto es importante porque yo también reflexiono sobre tu reflexión y me doy cuenta de que efectivamente mi cruz es cada vez menos pesada; y estoy segura de que es así porque me dejo ayudar por Jesús, como si esta vez fuese el mismo Jesús mi Cireneo. ¡Qué honor! Y todo resulta ser un misterio, porque yo pensaba que cargando con mi cruz estaba aligerando la de Jesús. Y el misterio es aún mayor si quien conoce este hecho descubre que su cruz puede ser ligera si se deja ayudar por Jesús. Es todo un milagro maravilloso. Y tú una amiga maravillosa por la que doy gracias a Dios. Que Dios te bendiga. Besos y como no, #TeRegaloUnaSonrisa

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