Canallada

Jesús
Sábado 31 de agosto de 2013, 5:00 a.m. Me despierto sobresaltada. Nada nuevo, me ocurre a menudo. Vuelvo a reflexionar, rezar y dejar pasar los minutos, las horas y una idea me ronda la cabeza todo el tiempo. Al final, sobre las 7:30 caigo rendida en un breve sueño bastante reparador, no sin antes haber tomado la decisión de escribir el mensaje que se ha dibujado en mi mente. A ver si soy capaz de darle forma.

Cada vez nos gusta más a los católicos la imagen de Jesús resucitado o ascendiendo a los cielos. En muchas iglesias modernas ya no se ve el rostro demacrado, ensangrentado e hinchado del sacrificio de Jesús. Y es comprensible, ya que la Resurrección es el premio que todos esperamos, es nuestra fe, es la parte dulce de la historia.

Pero el rostro destrozado de Jesús es el recordatorio constante de la deuda que cada uno de nosotros tenemos con el que ofreció y entregó su vida para salvar la nuestra. Cada gota de sangre, cada escupitajo, cada insulto, latigazo, espina, es un pecado de algún hombre. Esto no nos gusta recordarlo. Y por eso cometemos pecadillos con tanta facilidad, porque no tenemos presente este hecho. A la Cruz le quitamos el cuerpo para no ver el horror de nuestras bajezas.

Hay un Jesuíta, P. Jorge Loring, que califica el pecado de cuatro formas: La gran bajeza, la gran locura, la gran primada y la gran canallada. Cada uno de estos aspectos del pecado es muy interesante, pero me viene al caso la canallada. Pone un ejemplo muy gráfico que os resumo con mis pequeñas adaptaciones: el pecado es una canallada porque es como si estuviéramos ante un pelotón de fusilamiento y uno viniera a decir que él se ofrece a ser ejecutado en nuestro lugar y entonces vamos y cogemos el fusil para matarlo.

Pecar es el mayor de los desprecios, la mayor canallada que se puede hacer. Es darle en las narices al que te está salvando la vida. Y aún así seguimos pecando. Me preocupan especialmente los pequeños pecados, que no por ser pequeños dejan de serlo. Esos también matan a Jesús en la Cruz. Pero ¿qué cristiano se siente canalla cuando peca? Supongo que poquísimos.

Ahora me quiero sentir canalla cada vez que critique, cada vez que salte, cada vez que me crea mejor que otro, o que desee algún mal a alguien, para así poder aliviar algún sufrimiento a mi Salvador. Para lograrlo necesito recordar que mis pecadillos hieren a Jesús; y ver y tener presente la imagen de Jesús en su sufrimiento es una ayuda. Que los pecadillos hieren es demasiado fácil olvidarlo.

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo en lo que comenta Águeda respecto al pecado, y a lo de la eliminación del espinoso asunto del sacrificio de Jesús en muchas iglesias.

    Creo que nuestros pecados sí son una canallada por cuanto nos alejan de la voluntad de Dios. Él quiere, desea, anhela que permanezcamos a Su lado. Nuestros pecados nos alejan de este afán.

    Tenemos la suerte de saber por boca directamente de Jesús, su Hijo, las dos cosas que debemos hacer si queremos mantenernos próximos a Él.

    Nos lo dice el Evangelio de Marcos, capítulo 12, versículos 28b-34.
    << En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.">>

    Cometemos pecados cuando NO amamos a nuestro prójimo.

    Pero, ¿quién es?, ¿dónde está nuestro prójimo?.

    La respuesta es muy simple, nuestro prójimo son TODOS los que nos rodean. Son TODOS los que caminan junto a nosotros en la vida. Son TODOS los que tenemos cerca. Son nuestros familiares, son nuestros amigos, son nuestros compañeros.

    Cometemos pecado, herimos a Jesús, cuando con nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras acciones, o nuestras omisiones demostramos que dejamos de amar a nuestro prójimo.

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    1. Gracias Fernando por completar mi reflexión. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Lo que yo llamo pecadillos son exactamente faltas de amor que dejamos pasar y ni nos percatamos de ellas. A mí particularmente me resulta esto mucho más difícil que cualquier otra cosa. En seguida me despisto y me encuentro criticando con mi mente a alguien, o reprochando una actitud. Es cierto que hago un gran esfuerzo por tomar conciencia de estas situaciones, y después de mi reflexión más aún, pero caigo una y otra vez. Sólo se puede seguir pidiendo a Dios un corazón puro y entregarse a su voluntad con esperanza y confianza. Un abrazo.

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  2. Paz y Bien:
    Hola Águeda, ¡qué bonita reflexión! Es verdad que nuestra sociedad y nosotros mismos, huimos de encontrarnos con ese rostro desfigurado de Cristo, porque nos avergüenza, porque nos recuerda que no somos tan perfectos y santos como queremos ser o aparentar ante los demás. Pero este rostro desfigurado y maltratado por mis pecados, con mis omisiones, como bien dice Fernando, también es hoy rechazado en el pobre que viene a mendigar a mi puerta, en el inmigrante que desembarca en nuestras playas, en el enfermo sumido en el dolor, la tristeza y la soledad, en la humanidad maltratada, violada, vejada de mil formas incluso antes de nacer y… algo que nos cuesta aceptar, en el hermano cuyo pecado me escandaliza y horroriza y que quizás sea el más necesitado de mi oración, de mi perdón y de mi amor. Quizás sea aquí donde debemos poner el acento, como repetidamente nos está insistiendo el Papa Francisco.

    Por otro lado, la Iglesia y con ella el arte religioso, es hija de su tiempo, y debe amoldarse a las necesidades actuales y culturales en que nos movemos para poder llegar y llevar a todos la buena Nueva del mensaje de Jesús. Así, hubo un tiempo en que se realzó mucho la imagen de Cristo sufriente, en respuesta a las herejías que negaban la humanidad de Jesús y por lo tanto el sufrimiento que conllevó su Pasión y redención. Quizás ahora, con el ateísmo que impera en nuestra sociedad, haga falta nos recuerden la presencia de Cristo vivo entre nosotros y… bueno si ha habido una Resurrección por lógica, todos sabemos que ha habido una muerte.

    Lo que comentas de los “pecadillos”, Águeda, me parece muy importante, porque solemos decir: “yo ni robo ni mato”, pero ¡podemos robar y matar de tantas maneras…! Crítica, juicios, mentiras, pensamientos, omisiones… Es una gracia muy grande descubrir que estas “cosillas”, solapadas muchas veces por nuestra soberbia e indiferencia, son “grandes pecados”, que maceran el rostro de mi hermano y al mismo tiempo enturbian mi unión con Dios.

    Gracias por abrirnos los ojos a esta gran realidad. Cada amanecer es una nueva oportunidad para empezar de nuevo, para regar de paz y amor la tierra agrietada y reseca de nuestro mundo, de nuestras relaciones, de nuestro corazón... ¡Comencemos!

    Un besito grande y de nuevo, GRACIAS

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    1. Paz y bien! Gracias a ti Isabel por tu comentario. Redondea todo lo que yo he dicho y lo mejora. No puedo añadir nada más, sólo quizá respecto al arte de nuestro tiempo. No tengo nada en contra de la imagen resucitada de Jesús, me encanta y realmente creo que hoy en día es apropiada! Pero me parece un síntoma de lo que muchos cristianos vivimos al relativizarlo todo y pensar que realmente no somos pecadores, porque no matamos, como tú dices. Mil gracias y besos :))

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