Yo era una ameba

La ameba es un protozoo, un ser vivo unicelular, cuya existencia es bastante simple. Se mueve en función de la concentración de sales que hay a su alrededor, de los estímulos químicos que detecta en su entorno. Detecta un estímulo, hacia allá se va. Su camino es enmarañado, sin orden, sin altas miras, basta con encontrar alimento para hoy; y todo lo que encuentras lo fagocitas.

Uno puede ser ameba durante muchos años, durante casi toda su vida. A mí me ha pasado. Pero llega un día, o al menos a mí me llegó, que te encuentras perdida en el elemento en el que estás, tentada a cada instante por un alimento que nunca llega a saciar. Con un destino vulgar, seguir hallando estímulos que no sacian. Al darte cuenta de esto, aparece Dios y lejos de reprocharte tu vida errática, te coge de un seudópodo y te transforma, y te muestra tu propia alma, con una sonrisa, con tanta ternura que te estremece. Te muestra un camino recto con un destino claro y te promete el alimento sin andar buscando estímulos.

Hay algunos que deciden seguir siendo ameba y otros no. Yo me dejé seducir por Dios ¡Y menos mal que lo hice! Porque estaba por llegarme la E.L.A.

Todos los que me conocéis ya sabéis que esta enfermedad es una faena bien gorda. Me imagino siendo ameba con E.L.A. (cosa bien difícil porque la ameba no tiene sistema nervioso, pero para qué está la imaginación) y no pudiendo lanzar mis seudópodos para fagotizar el alimento que se me pone por delante. Mi único fin, comer, ya no podría hacerlo. ¡Para morirse, vamos!

Pero ya no era ameba y no puedo evitar pensar que Dios me rescato con tiempo para aceptar las dificultades que estaban por venir. Incluso todo me hace pensar que Dios me ha permitido una evolución lenta de la E.LA. porque espera cosas de mí; y, como aún tengo mucho de ameba y Él lo sabe, necesito mucho tiempo para entender.

El otro día unos chavales me preguntaron cómo podía vivir sabiendo lo que me esperaba, y su pregunta me pilló por sorpresa. No estaba preparada, y con ese "cerebro" de ameba que aún tengo, creo que les dije algo incompleto. Creo que les dije que la vida es valiosa y que doy gracias por ella cada mañana. Y trato de ser feliz día a día con la familia y amigos que gracias a Dios están conmigo. A ellos creo que les valió mi explicación. Pero ésta no es toda la verdad.

La verdad primera es que confío plenamente en que Dios me va a dar la fuerza para soportarlo. Y la verdad segunda es que siento que esta entrega mía no sólo va a salvar mi alma, sino la de muchas personas.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Ánimo Agueda, mi admiración por tu modo de afrontar la situación, y todo mi apoyo y deseo de que esa entereza permanezca siempre en tu corazón. Un beso amiga, que Dios te bendiga

      Eliminar
    2. Gracias Conchi!! ¿Sabes en lo que he pensado cuando he leído tu deseo? Que será fácil si muchos rezáis por ello. Así que quien lea lo que escribo y quiera hacerme un regalo, que rece por lo que Conchi me desea: que Dios permanezca siempre en mi corazón. Yo estaré infinitamente agradecida. Un beso y que Dios te bendiga a ti también :))

      Eliminar
  2. amiga, me haz dejado sin palabras, que bello lo que haz escrito, me emociono si yo igual en la misma que tu dia a dia y agradeciendo a nuestro Señor abrazo grande maria, desde uruguay

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola María. Muchas gracias por tus palabras. Sé que estas viviendo parecido a mí con tu ELA y estoy feliz de saber que también te sientes sostenida por Dios y su gran misericordia. Un abrazo fuerte y muchísimo ánimo en esta lucha :))

      Eliminar
  3. Mi padre murió hace ahora 6 años a causa de una E.L.A. rápida y no creo que tu Dios haya sido muy justo. La fuerza para soportar la enfermedad no te la da nada ni nadie, la tienes tú dentro. Y aunque no la tengas, no queda otra cosa que aceptar y aguantar. Y cuando la enfermedad vence, porque lo hace tarde o temprano, no te queda otra que redimirte a lo que te ha tocado vivir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De verdad siento mucho la amargura que debes de estar viviendo. Dios, que lo es de todos, aunque le nieguen, es la justicia misma, aunque nuestra mente sea incapaz de comprenderla. Yo sólo puedo decir cómo me siento cuando pienso en Jesús, en lo qué Él ha hecho por mí, en lo mucho que me siento amada. Y cómo eso hace que mi enfermedad pierda importancia. No puedo pretender que me entiendas, pero sí puedo decirte que tu padre estará feliz gozando de ese Reino en el que no crees, pero que igualmente existe, y que ya no sufre nada. Quizá aún sufra algo por tu amargura, pero desde donde está, te ayudará. Espero de verdad que Dios te ayude a comprender. Un abrazo.

      Eliminar
  4. Querida Agueda, te sigo y siento tu crecimiento de hija de Dios por obra y gracia del Espíritu Santo. Porque la "gracia" nos llega de la unión con el Padre. Todos los seres humanos necesitamos ser permeables a la "gracia" desde la oración y la meditación. Y, precisamente hoy, andamos faltos en atender, en escuchar. Estamos "sordos" a nosotros mismos y miramos nuestro ombligo como centro del universo. Soy una convencida de que tu ejemplo de vida, con sus luces y sombras, forma parte de la "estela" de Dios. ¡Alumbras! Gracias por compartir con tanta generosidad. Un besazo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Mª Ángeles por tus palabras de aliento. A veces siento que mis sombras son demasiadas para poder dar algo de luz, pero mi oración persevera en esto, transformar en luz todas mis sombras y si tú ves algo de esa luz, siento ánimos para continuar. Un gran beso y un abrazo. :))

      Eliminar
  5. Bonita reflexión. De la conclusión me siento beneficiado como much@s otr@s que estamos cerca de ti. Gracias. Jln

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Cualquier cosa que me puedas aportar me gustará y la sabré aprovechar. Adelante!
Debido a varios ataques de spam a mi blog he tenido que activar la verificación de palabras para poder incluir un comentario. Siento las molestias.

Entradas populares de este blog

Ha llegado el momento

Hacerme nada

Apóstol del sufrimiento