Por qué irse a Medjugorje si la Virgen está en todas partes?

Cuando un hijo tuyo pequeño viene a casa con signos de que se ha peleado en el colegio, sientes una gran ternura hacia él, pero el gañán que le ha zurrado te inspira los más bajos instintos. Luego te recompones y haces de tripas corazón y le dices a tu hijo que tiene que perdonar a su "amigo". A la mañana siguiente, cuando ves al niño en la fila, tienes que morderte la lengua para no decirle cuatro cosas y armándote de valor, le haces una caricia en su cabecita y le dices lo que dicen las madres ejemplares: "¡Hala! Daos un abrazo y aquí no ha pasado nada". Pero tú le habrías dado una colleja.

Cuento esto porque ésta es la idea que yo tenía de cualquier madre y en realidad hay al menos una que en nada se parece.

Todo el tiempo que he ido interesándome por la figura de la Virgen María lo he hecho rezando mucho, con el corazón, con la esperanza de sentir ese amor tierno que me acariciase las heridas del alma. Y he de confesar que siempre me quedaba un sentimiento de temor con ella. Como si pensase que la Virgen me tenía algo de rencor por ser yo una de esas almas que habían hecho sufrir a su Hijo.

Moviéndome entre la veneración y el temor, iba creciendo mi interés por esa persona que fue tan querida para Jesús, que lo sabía todo de Él, que había sufrido como nadie los padecimientos de su Hijo, que había estado presente de forma callada en todos los momentos decisivos. Todo el mundo hablaba de Ella como la madre tierna, la madre de todos, la madre de la Iglesia y, sin embargo, yo seguía manteniendo en un rincón de mi corazón una imagen de madre rencorosa.

Confesar esto es necesario para que se comprenda por qué decidí ir a Medjugorje, aunque entenderéis que me avergüence bastante, así que agradeceré si nadie me lo comenta luego.

Quería sentir a la tierna Madre de verdad, y en Medjugorje se sigue apareciendo cada día a dos de los videntes que viven en el pueblo. También se aparece a un tercero, pero no vive allí. Así que decidí ir porque me lo ofrecieron, porque se me presentaba la oportunidad perfecta de tener a la Virgen tan cerca que si Ella quisiera podría tocarla y llevaba tanto tiempo buscando a la Virgen que me pareció la ocasión para tener un encuentro personal, en el que poder concentrarme en esa relación, sin distracciones de ningún tipo; quería agradecerle muchas cosas, pero sobre todo sentirme realmente amada y no juzgada.

Y la Virgen no me defraudó, como no defrauda a nadie. No me di cuenta inmediatamente, pero la Virgen quiso que esto me quedase claro y ¡Vaya si me lo dejó claro! Uno de los primeros mensajes que leí cuando me puse a rebuscar en las tienduchas del pueblo fue ésta: "Si supierais cuánto os amo, lloraríais de alegría". ¿Por qué precisamente este mensaje? Porque era el que yo necesitaba, y como dicen los croatas: "no es casualidad, es la providencia".

He de adelantar aquí que la Virgen me ha hecho algún que otro regalo que yo no esperaba y que tampoco había pedido, pero me lo ha dado y lo contaré; pero en otro artículo o post o como se llame. (Isabel, esto va por ti ;-))

Comentarios

  1. Paz y bien. Meditando contigo sobre nuestra Madre, veía que ella, como dices, es como cualquier madre, que le duele el dolor de sus hijos y se enrabieta con lo que les hace sufrir, pero hay una diferencia, ella es madre de todos, VERDADERA MADRE, y como madre su mayor gozo es ver a sus hijos unidos, unidos a Jesús y unidos entre nosotros, aunque hayamos tenido nuestras pequeñas o grandes peleillas, y tu como madre de tres hijos sabes de que va. Me hacías recordar una canción que decía:

    Cuántas veces siendo niño te recé,
    con mis besos te decía que te amaba,
    poco a poco con el tiempo olvidándome de ti,
    por caminos que se alejan me perdí,

    Hoy he vuelto madre a recordar,
    cuántas cosas dije ante tu altar
    y al rezarte puedo comprender
    que una madre no se cansa de esperar

    Aunque el hijo se alejara del hogar,
    Una madre siempre espera su regreso,
    Que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor
    Es su madre y el milagro de su amor.

    Un besito, ojalá y este bloc sirva de GPS para indicar el camino de regreso a tantos hijos que andan por ahí perdidillos.

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    1. Querida Isabel, me acuerdo de esa canción y me encantaba! Es preciosa. Y me gusta que digas que la Virgen también se enrabieta porque me libera un poco de esa carga de haberla tenido por rencorosa. Afortunadamente, como bien dices, se goza de que estemos unidos a Cristo, y por eso Ella no deja de intentar que cada vez más hijos suyos vuelvan a su lado. Me encanta lo de ser GPS ¡Que así sea! Besos!

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