Cada vez que

Ya he escrito alguna vez sobre la fascinación que me produce que Dios cuente conmigo para algo.
Pero lo cierto es que me ha buscado y al final me he rendido y le he dicho que sí. Pero, siendo como soy, le he dicho que sí fanfarronamente, como Pedro: "Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte" (Lc 22,33). Y como Pedro, le niego a la menor oportunidad. Le niego cada vez que siento reparo en hablar de Él. Cada vez que ante mí se está juzgando a algún pequeño Suyo, y yo, en el mejor de los casos, callo por no desentonar. Cada vez que vivo como si Él no estuviera presente en mi vida, cada vez que...




Pero Dios es fiel a su promesa, y siempre me vuelve a elegir.

Cada vez que entro en un confesionario y escucho: "tus pecados te son perdonados" me siento como Pedro junto a Jesús Resucitado y unas brasas, que oye por tres veces "Apacienta mis ovejas".

Señor, Tú me quieres contigo; no sé para qué, pero creo que no esperas demasiado de mí, sólo que vuelva a Ti cada vez que te haya negado, como hizo Pedro, o Jonás, o Tomás, o David. En este año de la Misericordia pienso que quizá solo buscas de mí que no oculte jamás la alegría inmensa que produce recibir la absolución sacramental, la certeza de estar limpia, en gracia, para volver a intentar serte fiel, las veces que haga falta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ha llegado el momento

Hacerme nada

Apóstol del sufrimiento