Comunión de los santos
Últimamente mi vida está girando en torno a mujeres que han
optado por la vida religiosa. Y todas ellas, cada una con su carisma, me están
mostrando a Cristo y me hacen darme cuenta, tomar conciencia, de lo hermoso de
sus vidas consagradas. Yo, como ellas y como cualquier cristiano bautizado,
también estoy consagrada a Cristo, quiero ser Cristo en la vida que Dios me ha
regalado y poder llevar a Cristo a quien se cruce en mi camino. Esto es un
sentimiento y un propósito muy noble, pero no es tan fácil cumplirlo. Pero soy
muy afortunada, frente a la mayoría de bautizados, porque mi enfermedad, la ELA,
me da la oportunidad de centrarme en la oración. Soy como una de estas
religiosas, pero sin hábito ni convento. Puedo rezar mucho tiempo en el día,
puedo frecuentar los sacramentos y esto no me impide acercarme a otras personas
que Dios va cruzando en mi camino. Espero que algún fruto de mi vida consagrada
les llegue.
¿Y a qué viene todo esto? Pues realmente yo quería hablar de
otra cosa, pero esto es lo que me ha salido.
Yo quería hoy hablar de la comunión de los santos. Eso que
decimos en el Credo. Y es que una de estas religiosas me dijo el otro día: “Por
la comunión de los Santos has estado siempre en mi oración, pero desde que te
conozco de un modo especial, estás en mi lista de intenciones especiales junto
con tu familia”.
Esto a mí me pareció precioso: ella siempre había rezado por
mí, sin saberlo, sin conocerme, pero su oración no quedaba olvidada. Yo he
recibido los frutos de su intercesión anónima y otros muchos desconocidos lo
habrán hecho también y lo podrán seguir haciendo gracias a sus oraciones y a
las mías y a las de tantas personas que rezan anónimamente por ti y por ti y
por ti.
Esto es realmente un gran don de Cristo, es la Iglesia; es
un precioso regalo que nos une, a todos los que la amamos, de una forma que
trasciende cualquier dimensión humana y que nos beneficia a todos. Doy gracias
por ella, por la Iglesia y por la comunión posible gracias a ella. Mi conversión
no es fruto del azar sino la consecuencia lógica de tantas oraciones por mí. Me
imagino que la mayoría de las personas que desde que existo han rezado por mi
lo habrán hecho pidiendo la curación milagrosa de mi enfermedad, pero Dios me
ha concedido algo mucho más grande, un camino para la curación del alma. Que
nadie se sienta defraudado.
Querida Agueda, siempre que leo tus blogs, me emocionan y me sacan las lagrimas...
ResponderEliminarYo también rezo por ti todos los días, porque te quiero, y porque quería tanto a tu madre.
Gracias Bego!! Tú también me has sacado unas lágrimas con tu comentario y no puedo más que estar agradecida en el alma por tus oraciones. Yo también rezo por ti. Besos y abrazos, tía Bego.
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