Te quiero consolar

Me imagino una chiquillada entre dos amigos que acaba mal y a uno de ellos le cogen y castigan severamente


¿Qué hace el amigo que se libra? ¿Qué puede hacer por el que recibe el castigo que debería sufrir él mismo? Lo más seguro es que se esconda y espere a que todo pase y en el mejor de los casos, cuando vuelva a encontrarse con su amigo, le dirá que lo siente. Pero el castigado siempre se sentirá injustamente tratado. Se siente así porque se compara con el que se ha librado, pero lo cierto es que ha recibido el castigo que merecía su fechoría.

Ahora pienso en los dos ladrones crucificados junto a Jesús. Ambos son castigados por lo que hicieron, pero el mal ladrón se siente injustamente tratado también, porque no le importa más que él mismo. Sin embargo, el buen ladrón se sabe merecedor de su condena y, comparándose con Jesús, no puede sino humillarse y hacerse mendigo de su amor.

Yo soy un poco como el niño que se libra del castigo, pero tengo algo de buen ladrón también. 

Aprendí hace no mucho que Barrabás significa "Hijo del Padre", y ahí están: un Hijo del Padre por derecho y otro hijo por adopción, un Hijo inocente y un hijo culpable; y el que recibe el castigo es el inocente, mientras el culpable queda libre. Yo soy ese Barrabás, que me libro del castigo porque Jesús lo sufre por mí. No sé qué hizo Barrabás después de tan enorme sacrificio del verdadero Hijo de Dios, pero yo quiero responder como el buen ladrón.

Durante casi toda mi vida he sido el chico que se libra del castigo, escondida para no pensar demasiado en el castigo que me merecía. Pero ahora soy consciente de que el castigo que sufrió Jesús es el que me correspondía a mí. Estos días de Semana Santa no son un recuerdo solo. Son algo más, es como si se abriera una ventana y, a través de ella, viniera aquí y ahora el Triduo Pascual, desde Getsemaní hasta el Calvario y el Sepulcro.

He pasado tantos años viviendo la Semana Santa como si no pasara nada, o sea, siendo Pedro que Le niega o incluso Judas que Le entrega, o al menos siendo cualquiera de Sus discípulos que huye y se esconde, esperando que todo pase, mientras me tomaba un cocktail en una tumbona.

Pero ahora soy como el buen ladrón, hoy sé que el castigo recibido por Jesús es el que me tocaba a mí por mis pecados, y sé también que todo el sufrimiento que me venga en esta vida, no es nada comparado con lo que merecerían mis faltas, y solo quiero ahora ser mendigo que suplica un poco de Su amor. Jesús nunca te da un poco, te lo da todo. 

Y yo ¿qué le puedo dar a Él? ¿como el niño del principio, un lo siento? Bueno sí: -lo siento Jesús, siento haberte empujado al sacrificio. A diferencia del niño justamente castigado, tú lo eres injustamente y sin embargo, a diferencia de él, tú aceptas mi "lo siento" y no me reprochas nada. Pero quiero darte más, quiero compensarte, consolarte, y esta Semana Santa es una nueva oportunidad de estar allí mismo y esta vez no salir huyendo, sino acompañarte todo el tiempo, rezando, aceptando mis sufrimientos, que son nada comparados con los Tuyos. Ayudarte a cargar la cruz como Simón, aceptando mis dolores sin quejas, sin reproches, porque sé que el más leve sufrimiento ofrecido para tu consuelo, unido a tu Pasión, me redime, redime, te consuela.   

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ha llegado el momento

Hacerme nada

Apóstol del sufrimiento