El azar como Einstein lo veía

He leído en distintos lugares y con algunas variantes poco importantes que Einstein no solo no despreciaba el azar, sino que le atribuía un origen "divino", nada aleatorio: "Dios no juega a los dados con el Universo", es decir, según lo veo yo, que lo que ocurre en este mundo ocurre cumpliendo unas leyes preestablecidas; lo que nos parece azar, en realidad es designio.
Trasladando esto, que según intuyo yo se limitaba a las leyes físicas para Einstein, al ámbito del comportamiento humano, se podría decir que nada ocurre por casualidad.
Cuando te cruzas con el coche con alguien circulando por una carretera solitaria, tenemos que entender que no es azar, ocurrió por alguna razón y para algo concreto. La mayoría de las veces se nos escapa esa razón y no digamos ese propósito. En realidad, la mayoría de las veces ni siquiera seremos conscientes de que se ha producido una confluencia en este espacio-tiempo.
Pero se dan ocasiones en que sí percibimos que se ha producido esa confluencia, que llamamos azar, y que como dijo Einstein obedece a unas reglas establecidas. ¿Cuántas veces nos decimos admirados: qué casualidad, el mundo es un pañuelo, etc.? Muchas a lo largo de nuestra vida, y si no prestamos más atención, aún habiendo estado a punto de percibir el toque divino, viviremos sin saber el por qué y el para qué de dichas confluencias.
Sin embargo, algunos hemos tenido la suerte de vislumbrar aunque sea de refilón, muy a medias y por instantes ínfimos, esas respuestas "divinas". Yo puedo contar varias experiencias- confluencias bastante providenciales en mi vida. Procuro estar atenta, pero soy proclive a ellas, lo reconozco. No entraré en detalles, pero voy a contaros la última vivencia.
He de empezar reconociendo mi adicción reciente a un juego del iPad que se llama Apalabrados. Es el típico juego de palabras cruzadas, que se juega entre dos jugadores. El oponente es alguien tan enganchado como tú que la máquina se encarga de asignarte. Si llegas a chatear alguna vez con dicho oponente y conectas de algún modo, probablemente jugarás con él partida tras partida sin aburrirte nunca. Pues bien, tengo ya varios oponentes con los que me agrada jugar. Pero uno de ellos concretamente es una chica alegre de Cádiz con la que me intercambié el teléfono. Nunca hubiera pensado que nos unía alguna cosa, y mira tú que resultó ser una enferma neurológica como yo cuya madre vive en Majadahonda. Oh casualidad, como mi padre. Intercambiamos twitter y correo también y cuando la busqué en la red social descubrí que se apellidaba como unos amigos de siempre de mis padres. ¡Era su hija! En muy pocas ocasiones habremos coincidido cuando ambas convivíamos con nuestros progenitores, y resulta que nos ha unido Apalabrados. Aún no puedo descifrar el mensaje divino de esta confluencia, pero estoy segura de que lo tiene. Hay detalles que no revelaré que me sugieren algún propósito. Besos Pilar.