Quiero vivir

A raíz de las noticias de los últimos días, sobre la modificación de la ley del aborto por motivos de discapacidades del feto, he tenido la oportunidad de leer numerosos artículos y blogs expresando opiniones al respecto. Todos ellos me hacen reflexionar sobre este asunto, pero ninguno consigue que cambie ni un ápice mi postura, más bien al contrario, la consolidan y la llenan de argumentos.


Desde mucho antes de saber que padecía ELA, el tema del aborto ha sido uno de los que más me ha preocupado, de los que más me ha hecho pensar qué podía hacer yo para evitar este mal, de los que más me ha emocionado hasta las lágrimas con la sola mención de unas cifras. Desde que tengo ELA me afecta mucho más, porque me he planteado alguna vez que puedo llegar a ser un estorbo, como seguramente sean los niños abortados para sus familias.

En este asunto intervienen siempre, por un lado las madres que abortan, por otro la sociedad que opina, pero también los niños que mueren.

Tratando de ponerme en la piel de una madre que decide abortar, o incluso que habiéndolo parido dice que hubiera sido mejor abortarlo, creo que sus razones pueden ser únicamente dos: o el miedo o el egoísmo (o una mezcla de ambas)

El miedo a no poder cubrir las necesidades de ese niño. El miedo al rechazo familiar, social o laboral. El miedo a que el hijo lo vaya a tener demasiado difícil para sobrevivir en este mundo.

El egoísmo de pensar que el hijo nos va a complicar la vida, que vamos a tener que cambiar nuestros hábitos mucho más de lo previsto, que tendremos que abandonar una carrera prometedora.

Respecto a la sociedad que opina, me inquieta que todo el mundo hable del aborto como si sólo hubiera una parte en el dilema, como si aborto no significase acabar con un ser vivo; y a nadie le preocupa lo que pueda sentir el niño. Como no puede hablar ni expresarse, hacemos como que no existe.

No quiero entrar en este post en si el niño es persona o no antes de nacer, puesto que para mí lo es, y creo que ese debate es estéril ya que uno piensa que sí y otro piensa que no, y nadie cambiará de postura. Lo que quiero expresar aquí es otra cosa; me gustaría decir cómo me siento yo y, si se me permite, imaginar qué podría ser lo que sentiría un feto con malformaciones.

Voy a hacer el ejercicio de imaginarme a mí misma en un estado más avanzado de mi enfermedad. Puedo imaginarme sin poder andar, ni mover las manos, ni hablar ni tragar. Soy capaz de imaginarme con un agujero en la garganta para poder respirar, y otro en la tripa para poder comer. Imaginarme en este estado es verdad que no me apetece nada, ni me produce ninguna satisfacción, de hecho siempre pienso que me voy a aburrir muchísimo, pero sé que me va a ocurrir, y acepto mi destino; me acepto. Un niño con malformaciones también se sabe así, como es, pero además no se sabe de ninguna otra forma que sea mejor que la que es. Se acepta.

¿Y a mí que me mueve a querer estar viva? Pues creo que lo mismo que le motiva al niño. Pienso que todo será soportable si siento el cariño de los que me quieren. Una caricia o mejor un beso, serán suficientes para #LevantarELAnimo. A día de hoy, cuando un hijo mío se me acerca y tiene un gesto cariñoso conmigo, siento algo que quizá antes de saber que tenía ELA no percibía. Hago como un registro del sentimiento que me despierta, y en ese momento me veo postrada, aburrida sin poder hacer nada, y sé que esa sensación hará que el día haya merecido la pena.

Aún estando en ese estado que he descrito, quiero decir a quien me vaya a acompañar, que no quiero que aborte mi vida, como creo que lo haría cualquier niño indefenso, aún con más motivo, ya que él nunca ha vivido otra cosa que su defecto, y por tanto cualquier estímulo que haga despertar su sensibilidad, le hará inmensamente feliz.

A mí no me hacen un favor si deciden quitarme de en medio porque no podré correr, o hablar o comer con mis propias manos. Yo quiero gente valiente a mi alrededor y también generosa, y una sociedad que me vea como un ser humano igual al resto. El niño quiere una madre valiente y generosa, que no le robe el cariño, y una sociedad que reconozca que es un ser humano indefenso.