La felicidad como terapia

Todos los que me habéis leído alguna vez sabéis que mi postura ante la vida es disfrutar de ella, a pesar de las grandes dificultades que me pueda encontrar,  sacando el jugo a cada instante y sonriendo mucho. Y sabéis que esto lo digo y lo vivo desde una realidad nada sencilla; no digo que la peor del mundo, ya que hay mucha gente en situaciones mucho más dramáticas, pero no sencilla.


Yo sé que este modo de vivir es el único posible, es el único porque creo que Dios nos crea para eso, para ser felices amándole a Él y al prójimo; y no necesito que nadie me lo demuestre, pero cuando leo a personas cualificadas que defienden con energía este estilo de vida, y además lo hacen desde un plano científico, me siento muy satisfecha, casi emocionada.

Esto me pasó al leer una entrevista, que me envió mi tía Maribel en mi viaje a Grecia, a Stella Maris Maruso, terapeuta argentina que aplica la psiconeuroendocrinoinmunología.

Stella no es una loca que se ha inventado un término impronunciable; ella se ha especializado en una disciplina que integra el aspecto psíquico y la biología. Se lleva estudiando desde hace más de treinta años, por científicos como Carl Simonson, Robert Ader, Stanley Krippner y trata de las interconexiones entre el Sistema nervioso central, el periférico, el endocrino y el inmunológico. Se puede resumir todo en que las emociones modifican tu capacidad inmunológica.

Su mensaje es éste: "En la vida, todos, inevitablemente, vamos a morir. Pero podemos vivir tratando de no morir, o vivir hasta morir. Hasta el último instante con plenitud e intensamente. Para ello es esencial sentirse feliz de estar aquí y ahora, sea cual sea la circunstancia que te toque vivir en cada momento".

Desde niños deberían enseñarnos a dominar nuestra mente, en lugar de vivir arrastrados por ella (malvivir). La mente va de excitación en excitación, lo que te impide gozar de la vida (síndrome de déficit de deleite). Ella opina que un 10% es lo que te pasa y un 90% lo que haces con lo que te pasa. Hay que sentir pasión ante la incertidumbre de la vida.

También va bastante lejos, porque incluso cree que del interior podemos obtener todo lo que necesitamos para sanarnos. Yo creo que sólo Dios puede darnos todo lo que necesitamos para sanarnos, pero no anda desencaminada en algo, y es que Dios no actúa en nosotros si no le dejamos, si no confiamos, si le cerramos la puerta cada vez que trata de asomarse.

La angustia ante lo incierto, el miedo, la desesperanza, el remordimiento y la rabia son venenos que deprimen el sistema inmunológico. Hay que creer que puedes curarte para sanarte, y en esto los médicos tienen mucho que decir. Por eso Stella dice que aceptes el diagnóstico que sea, pero jamás aceptes un pronóstico. Ella tiene ejemplos para aburrir de curaciones de cánceres "incurables" trabajando el amor, la relajación, la meditación y la nutrición.

Esta terapeuta llega incluso a decir que muchos de los enfermos de cáncer que ella trata agradecen que su cáncer les haya enseñado a ser felices. Opina que la enfermedad es una oportunidad de enriquecerse. Esto me suena.

También proclama, y yo estoy de acuerdo, que la enfermedad enriquece la vida y que morir no es un castigo; que el enfermo debe librarse de su historia pasada y del temor por la futura. Y esto cambia tu bioquímica: estás sano, ¡Vives!

Comentarios

  1. Hola, Águeda. La única certeza absoluta que se puede tener cuando una persona nace es la de que esa persona va a morir. En cierto aspecto, somos como los yogures: venimos con fecha de caducidad, aunque ésta, en principio, no sea visible. El recorrido, por tanto, es claro: nacemos, vivimos, morimos. La salida y la llegada (nacer-morir) de nuestro recorrido vital son inmutables; las estaciones intermedias de la vida nos dan un amplio margen para afrontarlas según queramos. Y es la vida un regalo tan precioso y, al tiempo, tan efímero, que merece la pena exprimirla al máximo según el particular entendimiento de cada cual.

    En ocasiones, en este camino aparece el hándicap de la enfermedad, la mayor malaventura que puede afligir al ser humano. Y creo que el planteamiento vital no debería variar –si bien más fácil es decirlo que llevarlo a la práctica–: hay que, como tú dices, disfrutar de la vida, sacarle el jugo y sonreír mucho. Se modifique o no la capacidad inmunológica –lo cual no pongo en duda– será una vida mucho más gratificante y plena tanto para el enfermo como para quienes le rodean –sin que esto suponga la más mínima censura a cualquier enfermo que no pueda o no quiera entenderlo así–.

    No sé si el tema de los porcentajes que citas de la señora Maruso es exacto, pero no es difícil comprobar que al menos en la base tiene razón: ante el mismo suceso y en las mismas circunstancias no todos reaccionamos igual; algo objetivo forzosamente pasa por el filtro de la subjetividad y es interpretado de distinta forma por cada persona. En nuestra mano está el convertir las realidades complicadas en un poquito más llevaderas extrayendo lo positivo que hay en cualquier situación.

    Muchas gracias por tus posts, Águeda, que para mí tienen mucho valor. Cuando en el mundo de los blogs uno se mueve por la parte más hedionda de la más sucia pocilga –o, lo que es lo mismo, la cosa de la política–, creyendo además ingenuamente que con quinientas palabras va a cambiar un mundo que cada vez le gusta menos, es muy de agradecer el poder visitar un rincón, el tuyo, en el que se habla de con natural optimismo de cosas verdaderamente importantes. De las únicas cosas verdaderamente importantes. Un beso.

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    1. Querido Rafa, gracias por tu comentario. La Sra. Maruso tiene, seguramente, muchos datos numéricos para demostrar sus teorías y yo, la verdad, no tengo ninguno; sólo mi experiencia vital (la muestra es demasiado pequeña). Tengo una enfermedad que de media tiene una supervivencia de 34 meses desde el diagnóstico. Y creo que esa media es tan baja porque es muy complicado vivir con el miedo que produce la enfermedad.
      Yo tengo pocos dones, pero el mayor que es la alegría y el optimismo y gracias a ellos y a la gran confianza que pongo en Dios (cada vez mayor) mi ELA va a romper todas las estadísticas. Conozco más casos como el mío, así que creo que conseguiremos cambiar ese dato terrorífico (no he aceptado el pronóstico, pero sí el diagnóstico).
      Gracias de nuevo Rafa, porque tu comentario me ayuda a repensar y a situarme aún mejor frente a las cosas importantes. Este es el objetivo de todo lo que escribo, ir perfilando toda mi existencia, y tú me ayudas.
      También forman parte de mi existencia los temas que calificas como hediondos y a los que tú dedicas más tiempo que yo. Te aseguro que si yo tuviera tu capacidad y conocimientos, dedicaría algunos de mis escritos a esos asuntos que me preocupan tanto como a ti. Todos son necesarios e importantes, no se puede pasar de perfil ante los problemas que nos rodean, hay que decantarse y tener opinión. Tú contribuyes a ello.
      Un gran beso y mi sonrisa :-)

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  2. Pues cierto!! Es algo que en mi trayectoria profesional puedo compartir con stella y créeme que es argumentable.

    La enfermedad como todo lo que sucede en la vida se debe ver como algo q reflexionar y un modo de entender. Desesperar y caer en el pozo del miedo no te hacen sino más débil y de algún modo proclamas a la vida un LLÉVAME. Tu mente no lucha deja que el cuerpo le lleve.

    Si preparas a tu psique para entender lo que pasa, lo aceptas y lo vives desde el prisma pragmático que te permita ser feliz a ti y a los que te rodean, abres las puertas a otra oportunidad. Si a eso le sumas tu fe pues que más decir!!!

    En definitiva lo he visto Agueda y quien vive la vida como tu..,, créeme se cura sobretodo mentalmente porque se acepta y abre la puerta para qué se somatice en el cuerpo y no se sí curar... Pero alargar el fin por supuesto

    Esto es un relato de mi verdadera experiencia con enfermos.

    Un besazo fuerte

    Maria

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    1. Querida María, estoy segura de que tú has podido experimentar con personas concretas esa "curación" que supone vivir a pesar de estar muriendo, vivir hasta morir. La enfermedad es una batalla que hay que librar, y sin duda acabará ganando la guerra, pero el que no lucha, pierde en la primera batalla. Los que luchamos vamos ganando batallas, y eso se nota en que a la enfermedad le cuesta más acabar contigo. Esas batallas sólo se pueden ganar de forma química (en nuestro cuerpo todo es química) y esa química puede ser modificada por lo que es superior: el alma.
      Un beso enorme para ti y mil gracias por aportar tu punto de vista, tan válido siempre, pero hoy quizá más. A ti también #TeRegaloUnaSonrisa :-)

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  3. Querida Agueda: Estoy de acuerdo con Stella. Cada día el espejo me envía un diagnóstico invariable:Paco; estas envejeciendo.

    Así llevamos años. No lo rompo pues dicen que llama a la mala suerte.

    En cualquier caso el mejor consuelo es que cuando sea, será y no hay que preocuparse por ello. Lo mejor es hacer camino y no tener que ir más a funerales de gente que quieres.

    Así que cuídate. Besos, Paco.

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    1. Veo que sigues a rajatabla las recomendaciones de Stella. Ante el espejo aceptas el diagnóstico, pero no el pronóstico. ¡Claro que sí!
      Seguiremos exprimiendo la vida hasta el último aliento. Un beso y cuídate tú también ¡eh!?
      #TeRegaloUnaSonrisa

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