Volver a la Iglesia

Te pones a buscar, buscas porqués, te metes en grupos de iguales a ti, preguntas a los que saben más que tú de lo que te pasa en la vida, pero nada, nadie resuelve tus problemas; y sigues buscando.
Te empiezas a plantear si lo que buscas y necesitas no es resolver esos problemas, sino otros que ni siquiera sabes que tienes. Empiezas a buscar hacia adentro y empiezas a ver que es ahí donde tienes el problema. Es en el alma donde las cosas no marchan bien y como el alma no funciona, nada funciona.

Cuando yo he escarbado en mi alma me he encontrado mucha costra, muchos prejuicios, muchas equivocaciones, mucha ignorancia. Y al principio he pretendido conocer de nuevo a Cristo, pero sin hacerle un sitio, sin limpiar la casa. Lo que ocurre es que una vez abierta una rendija, Jesús ya no te deja parar. Y poco a poco te vas viendo necesitada de nuevos cambios en tu vida, de más conocimientos, de más ratos de conversación con Dios.

Aún así, los prejuicios, las creencias a medida, las costumbres acomodadas, siguen ahí. Pero poco a poco van desapareciendo, porque el mismo Jesús te va removiendo por dentro. Y ¿acaso voy a ser yo como los que le dieron la espalda en su Pasión? Yo no puedo mirar para otro lado, porque veo su cara doliente y de infinito amor hacia a mí y no puedo ser tan canalla. Él me ha dado mucho y yo sólo le había dado indiferencia y pecado. Él me ha dado hasta un milagro, incluso antes de que yo le hubiese dado algo de amor. Así es, me ha concedido un milagro, ¿O no es un milagro que mi ELA avance más lento que un caracol? ¿Y se puede vivir con un milagro en tu vida y hacer como si fuera lo más normal del mundo? No, yo no. Y por eso me ha cambiado la vida tanto.

Ahora veo que es imposible para mí tener una auténtica relación con Jesús, sin tener a Jesús en el centro de mi vida. De todo lo que me pasa en mi vida, desde el ocio más ocioso hasta los problemas más graves, Jesús forma parte. Y he descubierto que sólo en la Iglesia puedo desarrollar toda esa relación. He vuelto a la Iglesia que me mostraron cuando era pequeña, no la que yo me hice a la medida. La Iglesia de los Sacramentos y de la oración, de la Palabra, de la tradición. La Iglesia que se beneficia de la oración de muchos, la Iglesia llena de pecadores que ansían ser santos, la Iglesia de sacerdotes que se llenan de Espíritu Santo. Ya no me centro en si el cura "transmite" o no, me transmite la Palabra, me importa la Eucaristía, el milagro que ocurre cada día, en todas las Iglesias del mundo. Y me transforma mucho cada vez que recibo el sacramento, el regalo, de la absolución de mis faltas.

He vuelto a la Iglesia y eso me va a hacer mejor persona cada día. Para mí sería imposible sin ella.

Comentarios

  1. Querida amiga, tengo una visión distinta de las cosas. Nuestros problemas se resuelven mejor cuando intentamos también resolver los de los demás, vamos casi desaparecen los nuestros. Y Jesús y su Iglesia es el mundo entero con sus habitantes, dolientes o disfrutando de la vida, que todo es bueno. Compartir con ellos, con todos, nuestro milagro personal es lo que nos hará crecer individual y colectivamente. Con todo mi aprecio y un fuerte abrazo. ¡Feliz semana santa!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Araceli!! Bueno, yo no veo tan distintas las cosas entre tú y yo. Quizá, que yo me preocupo mucho por curar mi interior. Pero es que mi interior estaba muy mal. Me alegra mucho que el tuyo esté más sano que el mío y así puedes darte a los demás. Yo también quero compartir mi milagro con los demás, por eso lo escribo aquí. Pero necesito cuidar mi alma, porque es lo que me sostiene. Creo que no podría dar nada a nadie, si mi interior siguiese mal.
      Muchas gracias por escribirme, Araceli. Espero que sigas tan bien. Un beso fuerte.

      Eliminar
    2. Paz y Bien.
      Hola Águeda, sí, tienes razón, necesitamos cuidar, custodiar en el corazón, diría el Papa, mi encuentro personal con Jesús. Y esto, sin duda, es tarea difícil y menos atractiva que la acción, pero es la que la consolida.
      Hoy estuve orando con la homilía del Papa en la Vigilia de Pascua. ¡Volved a Galilea! Id y anunciad lo que habéis visto. Estas son las palabras que dice Jesús a las mujeres en el sepulcro, pero es verdad que antes de esto les ha precedido un estado de búsqueda, de encuentro y de fe en lo que debían anunciar. Están también los dos de Emaús, esos hombres que se marchaban tristes, derrotados… defraudados de Jerusalén tras la muerte de Jesús. “lo reconocieron al partir el pan” (sacramentos) y entonces tuvieron fuerzas para regresar a Galilea. Galilea, se convierte en el lugar del “encuentro”. El encuentro con mi propia realidad, con mi historia, y también el encuentro con la realidad del otro, el encuentro con la familia y la comunidad de fe. Volved y “releed” toda vuestra vida, a través de la “cruz y la victoria”. Exhortación del Papa Francisco que os invito a leer: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140419_omelia-veglia-pasquale.html
      Gracias por compartir tu experiencia con nosotros, tantas veces ecos de nuestras propias vivencias.
      Feliz Pascua de Resurrección.

      Eliminar
    3. Hola Isabel! Paz y Bien.
      Me produce una gran alegría recibir tus comentarios, porque ponen mucha luz en el barullo de mis pensamientos. Realmente me doy cuenta de que mi vida va siguiendo un orden que sólo puede estar siendo guiado por el Espíritu Santo. Claramente yo he vuelto a Galilea, como dice el Papa en su homilía; y allí es donde me he encontrado con la alegría de conocer a Jesús. Muchas gracias Isabel por escribirme. Espero que vaya todo bien. Un beso y feliz Pascua de Resurrección.

      Eliminar
  2. Yo también hice oscurecer mi alma cuando nació mi hija especial. Me enfadé con Dios. Siempre trabajando mi interior para ser buena persona, para ser humilde, para no ser egoísta, intentando poner a todos por delante de mi y ayudar y ayudar y ayudar.
    Cuando llego mi hija, el sueño de mi vida era ser madre, llegó con tantas patologías, con tan pocas espectativas de avanzar... Me enfadé, deje de ir a misa y no recuerdo si dejé de rezar...
    La primera intervención de mi hija recé de nuevo, pero aun me siento culpable de rezar como una egoísta e impertinente. Sólo pedía que saliera adelante, no pensaba en la voluntad del Señor (eso aun me cuesta) sólo pensaba en que saliese adelante fuera como fuera.
    Hoy por hoy sé que Dios me hizo un regalo, no sé el motivo y aun trabajo mi interior para ser mejor persona pero dedicar mi vida a mi hija, ayudar a otras familias y otros niños especiales, todo lo que doy a los demás se me devuelve en paz.
    Ánimo en tu lucha.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Ruth, muchas gracias por compartir tu testimonio aquí. Cada uno tiene su propio camino de encuentro con Jesús, pero lo hermoso es que a todos los que le "dejamos hacer", nos va llevando a la paz del alma, que es la felicidad. Tú has sido especialmente amada por Dios al regalarte una pequeña vida que necesita a la madre más madre del mundo. Y esa eres tú, y ese era tu deseo. Dios nos da lo que le pedimos pero siempre nos sorprende con la manera de hacerlo. Yo pienso también que mi enfermedad es un regalo, aunque escandalice a muchos, pero es que a raíz de esta enfermedad he conocido el infinito amor de Dios y eso es lo único importante. Un beso y mucho ánimo también para ti y tu pequeña. :))

      Eliminar

Publicar un comentario

Cualquier cosa que me puedas aportar me gustará y la sabré aprovechar. Adelante!
Debido a varios ataques de spam a mi blog he tenido que activar la verificación de palabras para poder incluir un comentario. Siento las molestias.

Entradas populares de este blog

Ha llegado el momento

Hacerme nada

Apóstol del sufrimiento