33 El Musical

Ayer fui, junto con unos amigos, a ver el musical 33.
Y ciertamente lo disfrutamos un montón. A mí me maravillaron las voces de los cantantes, la música, la puesta en escena, que me pareció muy original y acertada, y el escenario es un derroche de técnica, a la vez sencillo y muy eficaz y llamativo. Me encantó cómo con un pequeño movimiento de las piezas conseguían transformar los ambientes, hasta el punto de hacer un espacio íntimo en la Última Cena o un Calvario de lo más original y luminoso.

Todo esto está muy bien, y también el hecho de que la historia es fiel a la realidad, y respetuosa con la verdad. No le veo pegas, la verdad. Sin embargo, yo no salí del todo satisfecha, porque eché en falta algo que para mí es vital. El musical no supo transmitir al público, según mi parecer, el valor infinito del sufrimiento, de la entrega hasta la muerte por amor, para la redención del mundo.

Yo he meditado mucho sobre esto, ya que me veo inmersa en un gran sufrimiento que solo tiene sentido cuando lo uno a la Cruz de Cristo. Esto para mí es esencial del cristianismo, y allí no se supo transmitir. Cualquiera puede decirme que ese no es el objetivo, y lo entiendo; el musical tiene que ser más comercial, llegar a más público, pero yo no puedo evitar querer ver, querer sentir, que Cristo ha muerto por mis pecados, para mi salvación. No salí de allí pensando que esto se me había dicho, así que no creo que esta obra pueda convertir muchos corazones, eso sí, entretener... un montón.

Aparte de esta pequeña frustración mía, recomiendo totalmente este musical, y doy gracias a a quienes lo han puesto en marcha, a quienes lo han hecho posible, porque realmente es una bendición que se pueda ver un espectáculo hoy en día que trate sobre Jesús, y que no sea para hacerle daño a Él o a sus seguidores. Así que un aplauso para 33 el musical.

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