Preparar el encuentro

En dos ocasiones en esta semana se ha dicho en el Evangelio que no sabemos ni el día ni la hora y por ello debemos estar en vela , con las lámparas encendidas.

Todo el mundo cree que tiene que evitar hablar del trance de la muerte. Pero yo sé, porque así lo he experimentado, que no hay nada mejor que pensar en este momento, incluso vivir esta vida desde el balcón de la muerte, como me gusta decir. Y esto no significa ser una persona triste, gris, sino todo lo contrario, porque puedes  vivir alegre, tranquilo, sin miedo a lo que pueda venir. Pero para que sea así, hay que meditarlo, hay que hablarlo con Dios.

En cierto momento de mi proceso de aceptación de mi enfermedad, la ELA, me di cuenta de que cuando fuera al cielo (en aquel momento tenía serias dudas de que me aceptaran allí) no iba a saber cómo tratar a Jesús. De pronto me vi frente a Él sin saber qué decir, sin saber cómo hablarle,  si de usted o de tú (puede sonar a broma, pero de verdad que me hice estas preguntas) ni saber dónde meterme. Y desde ese preciso momento empecé a tratar de conocerle para que cuando le viera frente a frente pudiera echarme al cuello y abrazarle sin vergüenza.

Conozco tanta gente que cuando se saca el tema de la muerte mira a otro lado y no quiere ni hablar del asunto, que me preocupa de verdad que en el momento de su hora no se hayan preparado mínimamente. Y el Evangelio de hoy domingo es muy claro al respecto.
"El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá" Lc 12,47-48
Me parece que no hace falta mucho comentario a estas palabras del Evangelio. Está clarísimo: los que hemos recibido la gracia de ser llamados hijos de Dios por el bautismo, tenemos que prepararnos y obrar de acuerdo con la voluntad del Padre. Si no, debería preocuparnos y mucho lo que nos pueda pasar el día de nuestra muerte. Si me aceptáis un consejo, yo empezaría por tratar a Jesús mucho en la oración, y me acercaría a los sacramentos con mucha frecuencia, para obtener la gracia abundante de su amor. Confesión y Eucaristía son la clave. De los siguientes pasos, ya se encargan Jesús y la Virgen de marcarlos.

Comentarios

  1. Muchas gracias, Águeda. Doy fe de que, para tí, vivir desde el balcón de la muerte no significa ni muchísimo menos ser una aguafiestas, ni dejar de disfrutar. Da gusto compartir los ratitos que hemos podido compartir con vosotros mi mujer y yo, porque sabes vivir la vida, sin perder de vista que estamos hechos para la VIDA, y nos lo recuerdas siempre con naturalidad, sin impostura. Con un rosario de sonrisas y sin una sola queja. Un beso fuerte

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    1. Mil gracias por tu comentario tan cariñoso. Un abrazo:)

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  2. Gracias mamá por tu reflexión. Qué orgulloso me siento de tener una madre como tú, de la que aprender cada día. Te quiero muchísimo! Que Dios nos siga bendiciendo :D

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    1. Gracias Miguel!! Eres un sol. Yo sí que estoy orgullosa de tener un hijo como tú :)

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  3. Todo el mundo cree que tiene que evitar hablar del trance de la muerte. Hay miedo incluso en los creyentes que están junto a familiares no practicantes o no creyentes.
    Cuando se es cristiano se tiene la suerte de tener un Padre que nos quiere y un Hermano que ha venido a abrirnos la puerta, Esperanza de la Vida. Cierto que Jesús lloró como hombre por la muerte de su amigo Lázaro pero luego lo resucitó. Ahí aparece esa contradicción de la vida ante un final que no es sino un paso.
    Estos últimos tiempos se me van muriendo personas próximas muy buenas y queridas. Después de largo sufrimiento y angustia se han ido “away” con alegría y humor ejemplares y repartiendo amor a su alrededor. He dado muchas gracias a Dios por haberlos conocido y haber podido rezar por ellos. Estoy convencido que su llegada al cielo ha sido muy rápida.
    Tenía algo así como 16 años y mi padrino se moría le pregunté a mi madrina si se lo había dicho y me gané un zasca “ que cosas dices, está loco?”. Lo que había aprendido sobre la Extremaunción no era de aplicación para personas practicantes había miedo de asustar.

    En situaciones de riesgo te planteas tomar medidas físicas. La muerte del cuerpo es inexorable y hay momentos de angustia cuando se cumplen años o aparece la enfermedad. Dominar la tristeza tiene sus pasos pero lo importante es vivir, vivir y vivir cada momento de cada día con alegría.

    Estoy convencido Agueda de que, como esos santos que voy encontrando en este camino de la vida iras al cielo “súbito”. Yo me planteo ciertamente ante la Misericordia infinita, después de estas maniobras un paso concienzudo por vestuarios y duchas del Purgatorio para adecentarme.
    Luego me pondré a escuchar y a mirar y dejarme mirar por Él sabiendo que soy único para Él.

    Agueda Gracias por estar ahí como ejemplo.

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    1. Muchísimas gracias por leerme y escribirme, y por animarme creyendo que iré al cielo, que Dios te oiga y que Dios te bendiga. :)

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  4. Me alegra leer cosas tuyas del tipo "Está clarísimo".
    Hay quienes, como yo, tienen una visión algo menos dogmática de lo que debe ser la relación de las personas con el misterio de lo trascendente.
    Creo que Dios es amor infinito y misericordia (perdón) a raudales. Infito en el sentido que siempre hay más, vamos que no se agotan nunca.

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    1. Querido Fernando, desde luego la interpretación de este texto no deja mucho margen a la duda. Yo lo veo claro porque me dejo ayudar por quien tiene la autoridad, aquella a quien Jesús se la dio, la Iglesia. Yo también creo que Dios es misericordia, como lo demuestra toda la Sagrada Escritura, pero también demuestra que el hombre debe arrepentirse y pedir perdón cuando no hace la Voluntad de Dios, para que Él pueda administrar su misericordia. El pecado existe, y sus consecuencias para nuestro ser son nefastas. Esas consecuencias son las que Dios nos quiere evitar con su misericordia, lo que implica tratar de no persistir en el pecado, tras recibir Su misericordia, en el Sacramento del perdón. Querer que Dios sea como a ti te gustaría y no como realmente es, es hacerse un dios a la medida, y eso no creo que encaje con Cristo. Abrazos

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