La encarnación

Dios mismo se encarnó en María la Virgen. Gracias al SÍ de María Dios se hizo hombre propiciando el perdón de los pecados que Eva inició por su desconfianza en Dios. ¿Se os ha ocurrido pensar alguna vez en esto?: El Sí de María es el principio de una encarnación que se produce cada vez que comulgamos. Jesús se vuelve a hacer carne en cada uno de nosotros.

A María eso le llevó a una vida de total entrega a Jesús, de sufrir con Él todos sus sufrimientos, su muerte. Y a gozar con su Resurrección. Por eso creo que cada vez que tomo el Cuerpo de Cristo mi vida se debe transformar e imitar a María puesto que en mí ocurre algo parecido a lo que a ella le ocurrió. Mi cuerpo debe actuar como si el Mismo Jesús actuase a través de mí.

Esto es de una trascendencia tan enorme que me produce desasosiego porque cuántas veces comulgamos, no ya sin percatarnos del nivel de cercanía que adquirimos con el mismo Jesús, sino sin ni siquiera pensar en lo que estamos haciendo; quizá pensando en qué voy a preparar para comer o qué vestido más bonito ha traído hoy fulanita a misa.

Yo hace tiempo que procuro dedicar a cada Comunión el nivel de importancia que tiene. Y creo que este hecho es en sí mismo transformador del alma; me parecería ingenuo pensar que pueda parecerme en algo a María por comulgar, pero sí puedo afirmar que la Comunión está transformándome. Y, por descontado, a mejor.