Entradas

Punto de inflexión

Imagen
A veces en la vida hay momentos que claramente suponen un cambio de rumbo radical. Yo he vivido un par de esos puntos de inflexión. El que quiero contaros ocurrió unos días después de que me diagnosticaran la ELA. Estaba en la oficina aguantando el tipo pero hecha trizas por dentro y llorando sin parar aunque sin lágrimas en ese momento. Fui al baño temblándome las piernas para desahogarme un poco. Me estaba secando la cara, creo recordar, y entonces sufrí un pequeño desvanecimiento en el que tuve una visión. Fueron segundos. Me vi a mi misma cayendo en una tumba y personas grises alargaban sus brazos desde más allá del fondo para atraparme y llevarme a donde estaban ellos. Al reponerme, muerta de miedo, hice una oración que surgió del fondo del alma: "Señor, dame tiempo para reconciliarme contigo y conmigo misma" De ese momento ha nacido todo lo que vivo y hay en mi corazón hoy. Unos días después, rezando, abrí la Biblia al azar y me encontré con Ezequías, en Isa

Asombro

Imagen
  Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos El Magníficat (Lc 1,46-55) es un canto de alabanza a Dios que nace del asombro ante la grandeza y a la vez cercanía de Dios.  "Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí", esta parte es una maravilla de humildad. Aunque pueda parecer arrogante si se mira superficialmente; pero no puede serlo porque María no tiene mancha. Es reflejo de su humildad perfecta. La mayoría de nosotros ante el deseo de ser humildes, pero estando aún muy llenos de soberbia, en la misma circunstancia que María nos lo callariamos, no vayan a pensar que somos soberbios; o lo anunciaríamos pero dando toda clase de explicaciones para que se vea que "somos humildes". María, sin embargo, con toda la humildad y sencillez del mundo, proclama una verdad profética sin adornos: que será felicitada por todas las generaciones; como de hecho la Iglesia se ha encargado de cumplir. El

Dos Rosarios

Imagen
Durante los días de ingreso en el hospital he rezado poco y mal porque mi cabeza estaba bastante aletargada y lo máximo a lo que llegaba era a decir: Señor, te ofrezco todo este sufrimiento. Aparte de las jaculatorias ha habido dos Rosarios especiales. El primero fue ofrecido por mi vecino de cama en la unidad de vigilancia respiratoria que estaba moribundo y nadie rezó por él; muy al contrario, sus familiares aprovecharon el momento para pelearse, insultarse y sacar todos los trapos sucios. Una pena. El otro fue el del sábado anterior al alta. Misterios gozosos. Se juntaban en ese momento unos deseos enormes de escapar del hospital y conocer por fin a mi nietecita Teresa y muchos temores ante las dificultades que ya preveía iban a complicarnos una vida ya de por sí difícil. Me ocurrió que, meditando cada misterio, veía no tanto la parte gozosa sino la cruz que se esconde detrás y además veía mi vía dolorosa particular como un proceso completamente gozoso afín a cada mister

Ha llegado el momento

Imagen
Ha llegado el momento. Ya está aquí lo que tanto miedo me produce, aquello a lo que nunca quería llegar, mi mayor temor en esta cruz de la ELA. Si quiero seguir viviendo, tengo que hacerme una traqueostomía. Llevo los dos últimos años con esta losa planeando sobre mi cabeza:  me rindo o lucho El cuerpo me pedía rendirme aunque mi familia quería que me la hiciera; el miedo guiaba mis pensamientos: demasiado dolor y excesiva carga para mi familia. Las razones del mundo son fácilmente asumibles. Incluso puedo llegar a creer que rendirme es amar más y mejor porque aligero su yugo... pero estas razones creo que no son fruto de un amor auténtico, porque en el fondo reducen el amor a una especie de balanza de beneficios y gastos: si ya no compensa seguir amando es que no es amor verdadero. El amor todo lo soporta como dice San Pablo. Es cierto que nuestro amor es el de una naturaleza caída, por lo tanto imperfecto, pero con ayuda de la Gracia aspiramos a que sea divino. Pensaba ta

Hacerse amigos

Imagen
Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos No sé qué me ha traído a la memoria una anécdota de hará unos diez años: estaba en un curso de Biblia y tratábamos de hacer lectio divina con el pasaje en el que Jesús llama a Simón (Pedro) a seguirlo, diciendo que le haría pescador de hombres (cf. Lc 5,1-11); por más que lo intentaba no lograba entender cómo pudo atraer a Pedro eso de pescar hombres, tantos sacrificios y sinsabores para alguien que sabía de redes y peces, pero que -imagino yo- de hombres bien poquito. Yo me miraba a mí misma tomando el lugar del rudo pescador y no veía encargo menos atrayente que éste; me parecía una losa muy pesada. Estaba yo en un momento de conversión en el que me fascinaba Jesús, quería que fuera el centro de mi vida, que me transformara, pero que fuese una relación de dos, Él y yo. Quiero pensar que Pedro también buscaba su amistad y quizá también tenía un deseo inconfesable de estar cerca de quien le parecía que sería alguien imp

En el ayuno se prueba el amor

Imagen
Artículo originalmente publicado en  Jóvenes Católicos   La Cuaresma que va a empezar en breve me invita a ayunar como práctica de purificación para prepararme a acoger en el corazón a Cristo que muere y resucita para rescatarme del pecado y de la muerte, o sea, de la vida sin Él. Acogerlo es querer vivir como Él vivió, es decir, imitando su modo de vida, que es tomar partido por los pobres y humillados. No es cosa sólo de Dios Hijo; en el Antiguo Testamento Dios Padre también prefiere a éstos:   "Porque esto dice el Alto y Excelso, | que vive para siempre y cuyo nombre es «Santo»: | Habito en un lugar alto y sagrado, | pero estoy con los de ánimo humilde y quebrantado, | para reanimar a los humildes, | para reanimar el corazón quebrantado" (Is 57,15). El cuerpo, de forma natural, a mi no me pide tomar partido por los pobres -¡uf! de pronto me he sentido como los porquerizos gesarenos que preferían sus cerdos a ver al endemoniado liberado de su tormento (cf. Mc 5

Apóstol del sufrimiento

Imagen
Alejandro y yo conocimos el caso de David, que estaba inválido y, rezando la novena del siervo de Dios Isidoro Zorzano, quedó sanado. Pensamos en hacer también la novena y terminarla junto al sepulcro que está en la iglesia San Alberto Magno en Vallecas. Alejandro se lo contó a muchas personas que nos han acompañado en este camino de nueve días. Hoy hemos ido al sepulcro y hemos rezado la novena, el Ángelus y un Rosario. He ido nerviosa, pensando: está vez, sí. Hace unos días, hablando con unos amigos de por qué a nosotros no nos cura, yo dije: "ayudamos mucho a Jesús llevando bien nuestras enfermedades". Lo dije estando a mitad de la novena. Y, como excusándome por la incongruencia, dije a Jesús en mi interior: "también te puedo ayudar estando curada". Estos amigos nos hablaron de un capítulo de  The Chosen con un diálogo precioso entre Jesús y Santiago el Menor para comprender el sentido del sufrimiento. Yo creo que lo entiendo ya desde hace mucho tie