Oveja rescatada

 


Muchas veces me he preguntado por qué el Señor me regala tantos dones y gracias. Me lo pregunto porque me suelo ver siempre con toda la colección de pecados que llevo a la espalda y de algún modo pienso que los regalos de Dios son condicionados por los regalos que nosotros le hacemos a Él. No me veo con los ojos de Dios, que se alegra más por la oveja extraviada que por las noventa y nueve que no se habían extraviado (cf. Mt 18,13); y que sus regalos, la misericordia primero, y después todo lo que nos quiera dar, son completamente gratuitos. Está mal, lo sé, y trato de corregirme una y otra vez. Me veo así, pero con la confianza en su infinita misericordia intacta -gracias a Dios-. También tengo intacta la convicción de que Dios me regalará algún día la gracia de verme a mí misma con los ojos de Dios.   


Junto a este sentimiento de culpa que arrastro, también me vengo arriba con la alegría del Buen Pastor. Alegría que desborda la lógica humana. Esa alegría desbordante es la que queda reflejada en las gracias y dones recibidos. 


Pero, como decía, me vengo arriba y después de ser rescatada, no me quiero quedar en el redil de las que no necesitan ser salvadas, pastando y retozando a mis anchas. ¡No!, quiero acompañar al Señor en sus expediciones para rescatar ovejas perdidas. Quiero prestarle ese don que me dio desde muy pequeña: la visión tipo escáner, que con un solo vistazo controla el terreno. Este don lo conocían bien mis padres, porque siempre me llamaban para encontrar una aguja que se le caía a mi madre o la tuerca de un pendiente; este don unido a la gracia recibida en el encuentro con el Señor creo que bastaría, incluso, para encontrar una aguja en un pajar. Verdaderamente me vengo arriba.


Estos pensamientos tan bonitos creo que me los inspira el Espíritu Santo, porque yo no recibí el don de la creatividad; ese don lo recibieron mi madre y mis hermanas; yo no soy capaz de inventar ni un cuento infantil.  Espero que pueda llevarse a cabo este sueño, aunque seguramente ya se esté cumpliendo sin yo saberlo, en vida, antes de mi nacimiento a la Vida eterna.      

 

Comentarios

  1. Querida Agueda que bonita reflexión, gracias por compartir tus pensamientos. Mirarnos unos a otros con los ojos del alma y ver en los otros al hijo de Dios. Dios te bendiga, abrazos.
    Piedad (Boston MA)

    ResponderEliminar
  2. Querida Águeda, todos esperamos con ganas ese nacimiento a la Vida Eterna. Pero antes se puede ayudar a rescatar algunas ovejitas perdidas. El Señor nos dirá el modo particular de cada uno.

    Teresa Fortea

    ResponderEliminar
  3. Gracias Agueda por abrirte al Espíritu Santo siendo hostia, que se ofrece en la Sagrada Hostia, siendo sacrificio agradable a Dios ACTO DE CONSAGRACIÓN A CRISTO DE SAN JUAN EUDES hoy es su día

    "Me ofrezco y me entrego, me consagro y dedico a Vos, oh Jesús mi Señor,

    como hostia y víctima para sufrir en mi cuerpo y en mi alma,

    según vuestro agrado y mediante vuestra santa gracia,

    toda clase de penas y tormentos,
    incluso el derramamiento de mi sangre
    y sacrificio de mi vida con cualquier género de muerte.

    Y esto sólo para vuestra gloria y por vuestro puro amor"

    ResponderEliminar
  4. Dios te bendiga y siga cuidando! Qué grande tu corazón!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Cualquier cosa que me puedas aportar me gustará y la sabré aprovechar. Adelante!
Debido a varios ataques de spam a mi blog he tenido que activar la verificación de palabras para poder incluir un comentario. Siento las molestias.

Entradas populares de este blog

Custodias de barro

La felicidad máxima

Algo infinitamente mejor