María, tierna madre

Desde que me diagnosticaron la ELA he ido creciendo en amor y devoción a María; y Ella siempre me ha correspondido con gracias abundantes como mediadora que es entre Jesús y yo. La mayor gracia que he recibido es la cercanía con Jesús, que me hace vivir con mucha paz y alegría, pero todavía puede ser mayor. María es de verdad una madre tierna que sabe mejor que nadie lo que te conviene y necesitas para ser profundamente feliz. Y no espera a que se lo pidas; se adelanta, porque sabe mejor que tú lo que deberías pedir a Dios.

Mi agradecimiento a María es eterno; y cuando me invitaron a recibir la imposición de la Medalla Milagrosa, supe que quien me invitaba era María.

Me la impusieron en una ceremonia preciosa en la Basílica de La Milagrosa en Madrid. Me emocioné muchísimo -la ELA tiene estas lindezas, que te deshaces en lágrimas a la mínima-. Sentí de verdad que la Virgen me abrazaba con ternura y me invitaba a abandonarme en sus brazos. Tanto es así que por la noche, en mi agitado sueño por tanta emoción, cada vez que me despertaba sólo podía repetir sin parar la jaculatoria: "Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos". También me sentí abrazada por María en las personas rebosantes de cariño que se me acercaron a decirme cosas preciosas.

De esta ceremonia me llevé muchas cosas buenas: lo más visible, una preciosa medalla solemnemente bendecida; el abrazo de María en tantas personas cariñosas; la alianza sellada entre la Virgen y yo, por la que Ella me cuida y yo la venero y me entrego a su voluntad, que es la de Jesús; y también me llevo una homilía que yo titularía "amor se escribe con B" y que me resultó tan práctica que voy a intentar resumirla.

Me servirá para examinarme sobre la calidad del amor, porque yo soy de las que siempre dudan de que mi amor sea amor verdadero. Por ahora suspendo, desgraciadamente. No cogí apuntes, obviamente, porque estaba en misa, así que si algún seguidor del blog estuvo en la ceremonia y cree que no soy fiel a lo que dijo el sacerdote, que me lo haga saber por favor, porque tiro de memoria y ya se sabe.

El amor más perfecto debe tener cuatro ingredientes fundamentales: el primero es la "Benevolencia" que significa querer bien, poner corazón, cariño en lo que hago con el otro. Después la "Benedicencia" que sería hablar bien al otro y hablar siempre bien del otro. En tercer lugar está la "Beneficencia" que es hacer obras buenas por y para el otro. Y finalmente la "Benefidencia" que como explicó el sacerdote significa entrega de uno mismo; a mí me suena más a lealtad, o fe, luego sería más bien confianza en el otro. Quizá sea que no entendí bien lo que dijo o quizá son ambas cosas porque, a decir verdad, la confianza en el otro te lleva a abandonarte y entregarte por entero.

Nuestra madre María ama con un amor perfecto, por eso es benevolente y nos trata con delicadeza y ternura; también habla bien a Jesús de nosotros y hace todo lo que está en su mano para atraernos a Jesús; y desde luego se entrega por entero a la tarea de salvar a sus hijos. 

No me digáis que no son prácticas estas cuatro "B". Con ellas nunca podrás decir que no sabes si estás amando bien.