El pecado de Adán, mi pecado

En una reciente noche de insomnio recordé un libro que leí hace tiempo y recomiendo mucho: El comienzo de todas las cosas, de Romano Guardini. Me sorprendió descubrir que Adán no sólo intentó responsabilizar a Eva de su pecado -cosa que también hizo Eva con la serpiente-, sino que intentó responsabilizar a Dios mismo: "la mujer que [Tú] me diste como compañera me ofreció del fruto y comí". Nunca antes había caído en esa sutileza; o sea que el responsable último es Dios, que le dio una mala mujer.

Yo también tuve mi época de culpar al mundo de mis pecados; todo a mi alrededor -personas, circunstancias- me había llevado a ser quien era, con nula o poca responsabilidad mía. Esa etapa pasó y acepté mi responsabilidad. 

Pero también tuve una fase posterior en la que hice lo mismo que Adán. Sólo que peor, porque yo conozco la historia; pero es que el demonio es muy astuto para ocultar sus tretas y su presencia y todo lo que voy a contaros me pasó inadvertido hasta esa noche de insomnio.

Recordé que pasado un tiempo desde que acepté la responsabilidad de mis pecados empecé a pensar que si Dios me hubiera preservado del pecado original, como a María, yo habría sido buenísima; creo que pensé incluso que era un pensamiento piadoso, por mi deseo de tener un corazón puro. 

Pero Dios me dio un corazón defectuoso. Escribir esto ahora me produce náusea, porque me parece una blasfemia repugnante, la verdad, pero tuve estos pensamientos una vez. Gracias a Dios se esfumaron igual que llegaron y nunca pensé en las implicaciones de pensar así... hasta la otra noche.

En primer lugar, pensar estas cosas implica que Dios manipula su propia creación como jugando a un macabro juego de peones. Da corazones buenos o malos condicionando la vida de cada uno; es decir, no seríamos libres en realidad. Y también significaría que Dios es perverso y malvado. Exactamente el tipo de duda que sembró la serpiente en el corazón de Eva.

Además pensar que, de haber recibido un corazón inmaculado, yo habría sido como María y no como Eva, que tampoco tenía pecado original, es muy ingenuo. 

Este pensamiento mío además implica pensar que María no tiene mérito alguno en su pureza de vida, porque se lo debe todo a su privilegio. Y por tanto, otra vez la libertad no sería real, sino un camelo de Dios para tenernos contentos y engañados. Implicaría que nunca fue tentada, que su vida no habría sido un continuo elegir hacer la voluntad de Dios. Significaría que María fue totalmente pasiva. 

Además, todo esto implica que no hay posibilidad de mejora, ni por supuesto responsabilidad en las decisiones tomadas, así que para qué confesarte. Demonio 10 - Águeda 0.

No fui consciente de todo esto hasta hace muy poco, y seguro que hay más consecuencias que se me escapan, pero son éstas las que medité; sin embargo ni María ni Dios me guardan ningún rencor, sino todo lo contrario, un amor sin medida, algo que es abrumador y me sobrecoge por ser yo una persona tan pecadora. 

Tomar conciencia de estas cosas es muy duro, aunque yo en su día creo que no llegué a tanto, pero he querido contarlo porque pienso que no seré la única que iba por la vida pensando que cómo pudieron Adán y Eva dejarse engañar, y que su pecado nos arrastró injustamente a todos los hombres. La realidad es que nosotros caemos con la misma candidez en las mismas cosas descritas en la Biblia. 

Cuanto más escribo sobre esto más siento que he sido tentada por la serpiente. Y ni siquiera he sido consciente hasta ahora. La serpiente puso en mí una duda sobre Dios y le hice caso, aunque fuera por un rato. No sé cómo aparté estos pensamientos, pero doy gracias a Dios de que se quedaran en el fondo de un cajón.