El propósito

Cuando empecé con este blog me daba vergüenza, y aún más miedo, mostrarme ante el mundo tal cual soy; pero algo en mi interior me empujaba. Con el tiempo, algo en mi exterior también: mi santo esposo.
 
Cuento esto porque realmente no tenía un propósito claro, salvo el de reflexionar y poner orden en lo que me estaba ocurriendo en el cuerpo y en el alma. Y no sé por qué decidí hacerlo público; quizá pensé que a alguien le podría interesar. Lo que seguro no pensé es que fuera una inspiración del Espíritu Santo. Ahora sé que fue cosa suya, ¿qué otra cosa podría ser?.

El otro día en el Evangelio de Misa, Juan el bautista decía esta frase: 
"Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel" (Jn 1, 31)

Sentí que ese era el propósito verdadero de mi blog, manifestar a Jesús a todo el que se acerque a leerlo, incluida yo misma porque tampoco lo conocía. El bautismo de Juan es, en mi caso, escribir estos artículos.

Realmente creo que sólo conociendo a Jesús la vida puede ser auténtica y plena. Sin Él se puede tener una buena vida pero no será plena, estará incompleta porque le faltará el sustento esencial. De hecho Jesús dice de sí mismo que es "el camino, la verdad y la vida"; el camino para llegar a Dios, la verdad absoluta -la única- y la vida plena. No dice que es un camino de tantos, una verdad de todas las posibles y una vida de entre muchas opciones. 

Hemos sido creados por Dios, luego parece evidente que ha de estar presente en nuestro caminar por la vida. Benedicto XVI escribe en "Jesús de Nazaret":

"el hombre sólo se puede comprender a partir de Dios, y sólo viviendo en relación con Dios su vida será verdadera"

Me emociona sobremanera cuando mis lecturas, oraciones y meditaciones convergen en la misma disección. El que camina de la mano de Dios va por buen camino, pero más aún el que va agarrado a Jesús porque Él es el Camino. San Juan dice en su primera carta:

En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. (1Jn 4, 2-3a)

La clave es Jesús, confesar su nombre. Y para ello hay que encontrarse con Él y conocerlo. Espero que este blog sea instrumento en sus manos y que lo utilice para manifestarse a muchos. 

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