Y yo lloraba con Él
¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz!
Qué tristeza siento por las lágrimas de Jesús ante Jerusalén (cf. Lc 19,41-44). Él llora porque los elegidos por su Padre no le han reconocido y no tendrán paz, la paz verdadera, la que sólo Dios puede dar. Y yo siento tristeza porque 2000 años después seguimos igual. Y no sé qué puedo hacer además de rezar.
Conozco personas que no sólo están ciegas a quien les puede dar la paz, sino que se sienten acorralados, sitiados, por las circunstancias, los dolores, sus vidas vacías y sin más sentido que sobrevivir. Sus vidas están destruidas porque les falta Cristo.
Ayer frente a Jesús en la custodia pensé que Él aún lloraba y yo lloraba con Él.
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