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Lo imposible se hace realidad

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Hace unos cuantos días, durante mi duermevela matinal habitual, me preguntaba dónde estaría Dios, y me parecía que no podía estar en un lugar determinado, porque sería finito y por tanto no sería Dios. Y se me ocurrió entonces que lo debía de ocupar todo. Y que toda su creación está inmersa en su seno, como un bebé en el seno de su madre. Dios crea hacia dentro. Me imaginé a Dios como una gran nube luminosa sin fin, en la que se veía el Universo entero en el interior de la nube. Así, si pudiésemos llegar al límite del Universo, al otro lado, en vez de la nada, estaría Dios. Yo miraba el universo desde una zona de la nube más luminosa que el resto; como si fuera la cabeza de Dios. Me parecía precioso, lleno de luces y colores. Y me maravillaba cómo Dios sujetaba el Universo y lo miraba con ternura y sin apartar la mirada ni un instante.  Ahora cuando rezo a Dios Padre me imagino esa nube luminosa; antes rezaba mirando la aureola de los santos, porque me parece que es la misma luz de...

En Betania como en casa

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En la semana de Pasión, Jesús iba a descansar a la casa de sus amigos Lázaro, Marta y María, a los que quería mucho. Todos los Evangelios hablan de Betania y  dejan entrever que iba muchas veces porque era un sitio donde se sabía querido y bien cuidado. Algunos ejemplos:  Y dejándolos salió de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche. (Mt 21,17) Entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce. (Mc 11, 11) Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. (Jn 12,1-2) Por todas estas referencias y algunas más, para mí, Betania significa lugar donde hay paz, adonde se acude a descansar y disfrutar de buena compañía.  Desde que hicimos la obra en casa, para poder movernos con comodidad y seguridad,  y por las circunstancias que nos rega...

Llanto y risa

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  Hace unas semanas, me ocurrió algo bastante bochornoso. Fuimos a Misa de ocho, como cada día, y yo iba muy distraída, porque desde principios de septiembre me estaba doliendo mucho la rabadilla; amenazaba la temida escara. Dejé pasar la homilía para no distraer a Alejandro, pero al iniciar las preces, escribí en mi comunicador "me duele la rabadilla", con la intención de que lo leyera Alejandro y corrigiera mi postura. Siempre llevo el volumen quitado en misa, por tantas veces que sin querer le doy al botón de hablar, y esta fue una de esas ocasiones; pulsé el botón de hablar. Como había entrado en la capilla totalmente distraída, llevaba el volumen al cien por cien, o sea "a grito pelao". No contenta con una vez, por los nervios de lo que acababa de ocurrir, volví a pulsar el botón de hablar. Se hizo un silencio sepulcral, se silenciaron hasta las toses, y el sacerdote me miró como diciendo si ya había terminado, para poder continuar él. Yo quería morirme, pero m...

La imagen que me gusta

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En mi cacharro para poder comunicarme, tengo dos botones que he añadido yo, cuya finalidad es abrir sendas imágenes de Jesús y de María. Sirven también para comunicarme, pero con ellos, no con las personas que me rodean. Son muy llamativas porque la pantalla es bastante grande y sé que muchos se fijan en ellas. No pocas veces me comentan cosas sobre las imágenes en mis trayectos del coche a la iglesia, o de vuelta al coche, porque las suelo llevar puestas. Me dicen cosas como que qué bonitas son, que de dónde son, y si me dejan tiempo les digo que el Cristo es el de la Catedral de la Almudena, y la Virgen con el niño Jesús es de Sassoferrato. Pero también hay los que quieren que haga cambios según sus preferencias. Nunca contesto a estos, porque seguramente me saldría una bordería del tipo "tú reza como quieras, con la imagen que más te guste".  Pero el pasado domingo ocurrió de distinta manera a lo habitual. Ya terminada la Misa, aún con el Señor en mi boca, intenté rezar co...

Una mala noche...

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Hace unas semanas, la fraternidad de familias invencibles nos pidió grabar un pequeño vídeo para transmitir nuestra esperanza a pesar de nuestra enfermedad. Era para proyectarlo en su XXV encuentro de familias invencibles de toda España. Quedó muy bien, con alguna nota graciosa por mis metidas de pata cada vez más frecuentes -la ELA tiene estas cosas, es un remedio infalible contra la vanidad-. Decidimos dejarlo tal cual, porque quedó gracioso y así reforzaba mi lucha por la humildad.  El asunto era que elegí una frase de Santa Teresa de Jesús y me quedé enganchada en el botón de leer la frase. Alejandro le echó gracia al gazapo y dejó muy buen colofón. En el vídeo decíamos que esta enfermedad nos ha unido entre nosotros y fundamentalmente nos ha unido a Dios. Sufrimos con Él en la cruz y estamos seguros de que estaremos con Él en Cielo. Esta es nuestra Esperanza. Y al final decía yo que esta enfermedad, esta vida, no deja de ser "una mala noche en una mala posada". Siguiendo...

Oveja rescatada

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  Muchas veces me he preguntado por qué el Señor me regala tantos dones y gracias. Me lo pregunto porque me suelo ver siempre con toda la colección de pecados que llevo a la espalda y de algún modo pienso que los regalos de Dios son condicionados por los regalos que nosotros le hacemos a Él. No me veo con los ojos de Dios, que se alegra más por la oveja extraviada que por las noventa y nueve que no se habían extraviado (cf. Mt 18,13); y que sus regalos, la misericordia primero, y después todo lo que nos quiera dar , son completamente gratuitos. Está mal, lo sé, y trato de corregirme una y otra vez. Me veo así, pero con la confianza en su infinita misericordia intacta -gracias a Dios-. También tengo intacta la convicción de que Dios me regalará algún día la gracia de verme a mí misma con los ojos de Dios.    Junto a este sentimiento de culpa que arrastro, también me vengo arriba con la alegría del Buen Pastor. Alegría que desborda la lógica humana. Esa alegría desbord...

Confianza ciega

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Veo con claridad que, tener algo que ofrecer al Señor, puede ser perjudicial para el alma, especialmente si son grandes obras, como la ELA, que es mi caso. Corremos el riesgo de pensar que son nuestras ofrendas las que nos alcanzan la salvación. Pero no depende de ellas, la salvación es un don de Dios. Los bienes espirituales que ofrezco a Dios son, para empezar, dones que me ha dado Él y por tanto sólo le doy lo que es suyo. Pero es que ni siquiera el hecho de ofrecer es cosa mía; todo es gracia de Dios. Yo comprendo estas cosas por pura gracia de Dios.  Es para mí un misterio el porqué de este regalo de su gracia para mí y no para otros, si a todos nos quiere igual.  No nos salvan los bienes espirituales que ofrecemos; nos salva la infinita Misericordia de Dios, a través del Hijo clavado en la Cruz. Me pregunto pues qué espera Dios de nosotros, si no cuentan para la salvaci ón. A decir verdad, sí cuentan, para demostrar el amor con que le amamos, porque la fe sin obras está ...